Este es un tema tan complejo y complicado que debe ser tratado con lupa y especial atención. La ciudadanía se siente cansada con la corrupción especialmente en el sector público.
En múltiples conversaciones con varias personas del común me han manifestado respuestas como: “Nadie le pone freno a eso”, “Todos los políticos roban, si van a robar que por lo menos hagan algo”.
Se nos volvió parte del paisaje, ver en los titulares de las noticias nacionales escándalos como el de la Refinería de Cartagena (Reficar) donde la Contraloría General de la República estableció que hubo un sobre costo de más de cuatro mil millones de dólares, sin que haya algún responsable pagando las consecuencias penales por tal asunto.
Otro caso es el de la multinacional Odebrecht en el cual varios congresistas y funcionarios recibieron coimas por adjudicar contratos y hacer lobby con el gobierno de turno para la adjudicación de mega proyectos como la Ruta del Sol que antes estuvo adjudicada a los tan mencionados hermanos Nule, hoy condenados por entre otros por el delito de celebración indebida de contratos junto con Emilio Tapia, el famoso “hombre de las carreteras” o el puente del Chirajara que colapsó dejando trágicas consecuencias y donde nadie aún ha sido llamado a responder penal o fiscalmente.
Los entes de control en este país se volvieron netamente políticos, no tienen la suficiente fuerza para cercar y destruir a tan grande mal que nos aqueja como sociedad y que al final los que terminamos padeciendo con la mala prestación de los servicios públicos básicos especialmente con la salud, somos nosotros.
¿Hasta cuándo vamos a permitir que esto continúe? Antes de responder a este interrogante, debemos hacer una reflexión y entender que la corrupción ha sido innata al ser humano. No podemos crearnos escenarios mentales en los cuales endilgamos culpas a los demás y vemos a los políticos de turno como los únicos responsables de esas conductas y es cierto y apenas lógico porque son ellos quienes ocupan los encabezados de los noticieros, pero no nos damos cuenta que también existen aquellas personas y héroes del común que cambian y transforman realidades a través de acciones pequeñas que no ocupan los grandes titulares de los medios de comunicación por que no generan golpes de opinión.
Estoy seguro que los colombianos, en su inmensa mayoría, somos personas de bien, honradas y sinceras que no seríamos capaces de robarnos un peso ajeno, solo que como decía Facundo Cabral “El mal es tan ruidoso que una bomba suena más fuerte que un millón de abrazos”.
Como me decía un anciano en el parque de un municipio del suroeste antioqueño: “mijo este país es tan próspero y tan rico, que se lo han robado toda la vida y aún sigue siendo pujante”, y aquel hombre lleno de calendarios tiene toda la razón, los colombianos somos una raza pujante y echada para adelante, que a pesar de cada una de las adversidades que se nos han presentado hemos salido con muchas más ganas.
Debemos empezar inculcando valores y formación ética y moral la cual nos hace tanta falta hoy en día, aportemos cada uno nuestro granito de arena dentro de la sociedad, no colándonos en las filas, no haciendo triquiñuelas para saltarnos un trámite, ni ofreciéndole dinero al guarda de tránsito para que no nos haga un comparendo, el ejemplo empieza por usted mismo, realice su deber como ciudadano consciente y responsable y verá que esto tiene solución.