Mi tío Alberto siempre lleva corbata. Él es médico y tiene una colección de corbatas de todos los colores y estilos: negras, rojas, azules, con rayas o puntos. Yo le digo “El hombre corbata” y cuando voy a visitarlo a su casa en El Poblado, le pido que me muestre su colección de corbatas. “Una corbata puede abrirle a uno muchas puertas”, dice mientras las pone con cuidado en su cama para que yo las vea.
Una vez me enseñó a ponerme una corbata -roja y con rayas azules claras, su favorita- pero mientras me explicaba cómo hacer el nudo, yo le pedí que me contara la vez que conoció la nieve en Nueva York y que después me cantara las canciones de los Beatles que tanto le gustan. Ese día le pregunté qué le pasaría si no se pusiera sus corbatas y él se demoró unos segundos para responderme. “Se me caería la cabeza, papito”, dijo riéndose.
Yo quiero mucho a mi tío Alberto, el hombre corbata. Pero ayer, por primera vez, lo vi sin una corbata puesta. Mamá y yo fuimos a casa de la abuela a tomar el algo. Allá también estaba mi primo Pablo, y mientras mamá y la abuela conversaban en la sala, los dos jugábamos fútbol en el patio de la casa. Antes de irnos, la abuela prendió el televisor para ver las noticias y todos nos quedamos en silencio cuando el presentador dijo que explotó un carro bomba fuera de la Cuarta Brigada.
– ¡Dios mío bendito, qué cosa más horrible! -, dijo la abuela y después de echarse la bendición gritó el nombre de mi tío Alberto. Yo no lo veía por ningún lado de la casa y mi mamá también hizo lo mismo. –Ay, el tío ya es famoso. Está saliendo en la televisión- dijo Pablo señalando la pantalla.
Y ahí estaba mi tío, en vivo y en directo, asustado, sin saco y sin corbata. Detrás de él algunos carros ardían en llamas y la gente corría desesperada. La cámara se fue yendo hasta un andén en el que había vidrios rotos, hojas, ramas y una corbata roja con rayas azules claras. Yo la reconocí de inmediato, era la favorita del tío Alberto. Cerré los ojos, tuve miedo de que a él se le cayera la cabeza.
Para el médico Carlos Sánchez Quintero, mi tío.
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