La constituyente de calle

Cualquiera sea la ideología y el partido dominante se ha pretendido resolver la tensión política y la prevalencia de los intereses desde la imposición de una nueva carta política”.


Que un gobierno quiera modificar la Constitución política no es algo novedoso en el ejercicio del poder y la tradición constitucional en Colombia. De acuerdo al profesor Hernando Valencia, “ a lo largo de tres cuartos de siglo, los códigos políticos batallan entre sí y a través de ellos el país batalla contra sí mismo y contra su pueblo en la búsqueda quimérica de la ley fundamental perfecta, del pacto definitivo que asegure el orden y la unidad de la patria”.

Cualquiera sea la ideología y el partido dominante se ha pretendido resolver la tensión política y la prevalencia de los intereses desde la imposición de una nueva carta política. En el caso actual, el gobierno, de espíritu guerrillero, pretende una modificación de la constitución sin consideración de los trámites legales que deben surtirse bajo el régimen del estado democrático de derecho, acudiendo a las calles para agitar a las multitudes en lo que ha denominado la “constituyente popular”.

A pesar de haber jurado respetar la constitución y la ley, la estrategia del gobierno populista, consiste en desafiar, deslegitimar y desconocer la democracia representativa del poder delegado en los congresistas y en la normatividad que hasta ahora ha contenido su personalidad impulsiva de dictador. El régimen jurídico y político que le permitió llegar al poder, ahora le estorba para gobernar y sostenerse. Pretender cambiar las normas, eliminar los contrapesos, disolver el congreso, concentrar los poderes, son características de los regímenes socialistas dictatoriales que han sufrido los países vecinos.

La excusa para salir a las calles y convocar al “pueblo” es el supuesto bloqueo de las reformas. Sin embargo, considero que este impulso tiene que ver más bien con la incapacidad de gobernar, con la incapacidad de reconocer que en el tablero están presentes otros actores, con intereses disimiles, que no se pueden ignorar o eliminar. Gobernar implica tener la capacidad de concertar, de proponer y estar dispuesto a ceder y llegar a puntos de encuentro.

Evocando al profesor Hernando Valencia, nos recuerda que “Las constituciones en Colombia han tenido siempre algo en común: la dependencia y manipulación a las que son sometidas según las conveniencias y los intereses del gobierno de turno, convirtiéndose así en verdaderas fichas de estrategia utilizadas como cartas de batalla”.


Todas las columnas del autor en este enlace: John Fredy Arango

 

John Fredy Arango

Soy politólogo y abogado especialista en contratación estatal, desde los 18 años he sido colaborador en diferentes medios de comunicación escrita (caricaturista del Periódico el mundo 1998-2006; columnista y caricaturista en medios comunitarios de la ciudad). Apasionado por los asuntos políticos y la filosofía política. Reflexión crítica y debate responsable son mis principios.

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