El Cambio Social incluye la nueva burocracia que es quien en último término encarna y coloca rostro a la ejecución de las políticas públicas. La salida del exministro de hacienda, visibiliza aún más la necesidad de superar la burocracia heredada del neoliberalismo. Así lo vimos en la primera mitad del gobierno donde la encontramos no solo “atornillada” como dijo el presidente Petro, sobre todo atrincherada y minando el terreno. En el Estado se encuentran enquistados individuos -mujeres y hombres- que conspiran con lealtad partidaria de derecha. Individuos que sabotean el Cambio desde escritorios, con obstáculos cotidianos en las tareas puntuales de los proyectos, tergiversando mensajes y cambiando contenidos. Esta situación es un factor que obstaculiza la legitimidad y aceptación de las políticas.
¿Cuáles son las razones para que estos individuos continúen en las instancias de todo el proceso de las políticas? ¿Por qué hay dependencia de su presencia técnica y política tanto a escala nacional como subnacional? ¿Cuáles son las consecuencias de su accionar en términos de oposición clandestina en los procedimientos técnico estatales? ¿Cómo corregir y superar la herencia neoliberal? ¿Por qué el gobierno popular aún adolece de los cuadros mujeres y hombres para la administración del Estado? ¿Cuáles son los retos de cara al segundo período del Cambio? ¿Cómo crecer y sostener la experiencia de la nueva burocracia de estos dos años? ¿Hay mecanismos para prevenir el burocratismo y la corrupción?
¿En qué puede cambiar el partido único y la unidad de la montonera izquierda, centro izquierda, centro, centro derecha? ¿Tienen estas figuras jurídicas una política de cuadros para la administración? ¿Es posible un acuerdo sobre la conformación de la burocracia y evitar someterla a relevos bruscos producto de “compromisos políticos” y “los turnos al bate”? Cuando se van cubriendo las necesidades del Poder Popular también van apareciendo los retos y los riesgos al interior y al exterior del trabajo gubernamental. Ya está la alarma del burocratismo dentro de las instituciones públicas donde la corrupción es protagonizada por individuos nombrados por el gobierno. Pero también llamar la atención sobre los riesgos de despoblar de cuados el movimiento popular.
La inexperiencia de la nueva burocracia, de la burocracia del Cambio no es un problema insuperable. Si el Estado logra cada vez más un carácter de clase, no es imputable al Pueblo pobre que está asumiendo el servicio público, su falta de conocimiento en las áreas de tecnología estatal. Tampoco se trata de culpar a nuestros cuadros por sus debilidades técnicas en los tópicos de las políticas públicas. Sí es susceptible de ser un problema, que nuestra clase, hoy integrando el Estado, especialmente los y las jóvenes, no tengan la motivación y el compromiso para cualificar su trabajo técnico y su accionar político. Una motivación distinta a laborar con la idea tradicional del ascenso social. Así se convierte en un “burócrata” en el sentido despectivo del término. Ni siquiera en un tecnócrata en el sentido neoliberal del concepto.
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