La pensadora del siglo XX Hannah Arendt nos deja en su pensamiento una gran reflexión denominada “La banalidad del mal” en la cual nos permite hacernos ideas y cuestiones sobre el totalitarismo, el holocausto y el comportamiento humano cuando de cometer atrocidades se trata. Sin que parezca un monstruo, y por el contrario con un aspecto lucido Adolf Eichmann teniente coronel de las SS fue juzgado en 1961 y condenado a morir en 1962.
Al hablar del conflicto armado colombiano uno se quedaría en palabras menores; o por lo menos en las que se escuchan en la radio, se leen en la prensa, se ven por las noticias, la tv y el cine. No obstante, la dimensión del conflicto armado colombiano es demasiado extensa, y para ello deberíamos haber estado presentes o por lo menos inmersos en alguna circunstancia de las que tanto escuchamos, leemos y vemos. El cine es sin duda una herramienta muy práctica para ayudar a la sensibilización de los seres humanos; no obstante, el séptimo arte se queda chiquito cuando de plasmar una masacre se trata, cuando de mostrar la miseria, la desesperanza y el dolor que agobia a nuestra sociedad desde décadas, es que en Colombia si es cierto que “la realidad supera la ficción”.
Hace unos días el general Mario Montoya Uribe luego de ser mencionado en 11 declaraciones de militares de menor rango, fue citado rendir indagatoria en la JEP la cual sigue siendo una “burla” a las víctimas según Germán Romero abogado de las víctimas ya que el general insiste en guardar silencio, sin embargo algo que dejo perplejo a muchas personas que siguen este caso es la afirmación del general al referirse a la condición de los soldados cuando dice: “ERAN SOLDADOS MUY POBRES, IGNORANTES, NO ENTENDÍAN LA DIFERENCIA ENTRE RESULTADOS Y BAJAS”. De cara a la banalidad del mal que también fue un estudio del actuar político y de la condición humana cuando está sometida al imperio de un régimen que se preocupa por destruir a toda costa a lo que se le considera lo contrario, el enemigo… Es menester recordar que en Colombia un actor importante del conflicto armado es el Estado, tal como pasó en la Alemania Nazi.
El Estado, según datos de la fiscalía general de la nación en Colombia se han presentado más de 3.100 víctimas de ejecuciones extrajudiciales, datos que contrastan con los registros de la Corte Penal Internacional que apuntan a unos 5.000 asesinatos cometidos, en dos décadas por actores a las instituciones públicas, como ejército y policía quienes se han apoyado en la potestad del Estado para justificar este crimen.
Para muchos el mejor ejemplo de crueldad, totalitarismo y maldad en Colombia es el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, el cual es muy similar al gobierno de Aldolf Hittler y no precisamente por la suma de los muertos y victimas (en cantidad), si no, por su forma de actuar, “legitimados” en las leyes y con la complicidad de la institucionalidad, es pues la mejor analogía que se podría encontrar de cara a la banalidad del mal, es poder entender que son capaces de hacer quienes tienen hambre de poder y sed de venganza, como son capaces de sacar argumentos en favor de las masacres, los crímenes y perpetuación en el poder; ¿cómo queda la democracia, la justicia y la libertad?
Para los años venideros cuando el discurso sobre los Derechos Humanos haya alzado vuelo veremos cómo lo usarán en su favor los que ostentan el poder y que tienen en su mente y en su corazón la disposición maligna, la banalidad del mal.