En las últimas semanas, diferentes ramas del poder se han pronunciado en contra de la agenda y necesidades del presidente y el partido de gobierno mediante decisiones judiciales, votaciones en el congreso y otros fallos importantes. A raíz de estas decisiones, la respuesta tanto de Duque, como de su partido, ha sido declarar que se respetan las decisiones tomadas, pero no se comparten; a la vez que se invita a movilizaciones sociales para demostrar a la sociedad que no se está de acuerdo con las decisiones tomadas desde las otras ramas del poder y son las calles las que deben reflejar la voz y el sentimiento de los colombianos respecto a diferentes asuntos.
La estrategia política de la presidencia, el Centro Democrático y otras figuras públicas, en lo que va corrido del año 2019, es la de buscar el apoyo ciudadano a lo que no encuentra apoyo en el congreso o las cortes. De esta manera, se mantiene una agenda y una narrativa que posiciona al gobierno Duque y a los partidos afines a él, como un gobierno al que no se le deja gobernar, al que los contrapesos constitucionales quieren ver fallar y por ello van en contra de sus principales voluntades: objeciones a la JEP, extradición de Jesús Santrich, despenalización del consumo de alcohol y sustancias psicoactivas en espacio público,etc.
La verdad, es que estos reveses, aunque ataquen la gobernabilidad del presidente y afecten los resultados que se pueden exhibir de su gestión, realmente apoyan es la agenda electoral del 2019 y la narrativa del gobierno que se centra en presentar a los demás como enemigos de su gestión y auxiliadores de la agenda que Santos y las FARC quieren para el país, cuando no se toman las decisiones que el gobierno quiere tomar.
Igualmente, este estado de las cosas, ayuda a justificar la agenda de Duque y la bancada del “No” en el plebiscito por la paz, pues desde los resultados de la votación del plebiscito, se evidenció que la agenda del no, no tenía una propuesta clara de lo que se podría hacer con los acuerdos de paz; su único deseo era regresar a una guerrilla armada y un enfrentamiento militar a sus frentes y cuadrillas. Por ello, entre más reveses se tenga, más se fortalece esa posición de que son los demás los que no quieren dejar al presidente Duque implementar los cambios que el país requiere, cuando en realidad, la agenda presidencial y sus proyectos a futuro, distan mucho de crear unas metas claras de país y unos logros alcanzables para el final de su período presidencial.
Por ello, para el proyecto político del Centro Democrático en las elecciones locales que se avecinan, el llamar a la movilización y generar sentimientos de descontento frente a las decisiones de las otras ramas del poder, ayuda a mantener vigente ese sentimiento en el que los demás son culpables de la situación del país, menos el gobierno y sus aliados, quienes se encargan de proponer diferentes iniciativas, pero todas son rechazadas por la oposición o las cortes.
En conclusión, mientras el pueblo siga “verraco” contra las otras ramas del poder y el Centro Democrático se muestre como el abanderado del pueblo incomprendido y frenado por las cortes y los partidos de la oposición; el poder ejecutivo seguirá siendo la mejor solución a esas necesidades negadas y el voto por un candidato del Centro Democrático, se convierte en la manera de frenar esa voluntad de las demás ramas del poder para imponer su propia agenda y decidir por encima de “la voluntad del pueblo”.