El antídoto Salah

La generalización puede ser muy útil, incluso necesaria, en el mundo de la ciencia y la abstracción pura. Pero pierde eficacia al analizar realidades sociales.

En medio de la avalancha de noticias negativas que día a día aparecen en los medios de comunicación, y que nos acostumbramos a ver, al punto de encontrar normal la maldad y hasta casi justificarla, esta semana se conoció una bastante positiva. Un estudio acaba de mostrar que la llegada de Mohamed Salah al Liverpool ha contribuido a reducir la islamofobia entre sus hinchas.

Para los que no están lo suficientemente familiarizados con el fútbol, Liverpool es el equipo inglés que hace unos días se alzó con la Liga de Campeones, la competición a nivel de clubes más importantes de Europa, y Salah es su goleador y máxima estrella.

La investigación fue realizada por el Immigration Policy Lab, en asocio con la Universidad de Stanford, y tuvo como autores a Ala’ Alrababa’h, William Marble, Salma Mousa y Alexandra Siegel. Se denominó Can Exposure to Celebrities Reduce Prejudice? The Effect of Mohamed Salah on Islamophobic Behaviors and Attitudes (¿La exposición de celebridades puede reducir prejuicios? El efecto de Mohamed Salah en comportamientos y actitudes islamofóbicas).

Se llegó a la siguiente conclusión: los tweets islamófobos han pasado de un 7’2% a un 3’4%, en comparación a los otros equipos ingleses,  y se han reducido los delitos de odio en un 19% en el condado de Marseyside (al que pertenece la ciudad de Liverpool) sin que se presentara reducción en otros delitos. Para realizar el estudio se analizaron 936 informes sobre crímenes de odio, más de 15 millones de tweets y una encuesta realizada a 8060 aficionados del Liverpool.

Los autores de la investigación creen que los resultados pueden deberse a la familiaridad que han desarrollado los hinchas con el entorno del futbolista, que ha contribuido a la eliminación de prejuicios.

El estudio resulta revelador, creo, por dos motivos fundamentales. El primero es que confirma un hecho esperanzador: la capacidad del fútbol de ser un agente poderoso de cambio. Como fenómeno de masas, con millones de adeptos alrededor del  mundo, tiene el poder de promover con éxito valores socialmente valiosos como el respeto y la tolerancia.

El segundo motivo, y creo que principal, es que le da soporte científico a algo que sospechábamos empíricamente: el ejemplo positivo de alguien puede hacer que se modifique el concepto negativo del grupo al que pertenece. O dicho de otra manera: contribuye a eliminar prejuicios.

Hay un dicho popular que dice que una sola manzana podrida en un bulto de manzanas basta para podrir a las demás. Hechos como el que comprueba este estudio permite una inversión de ese adagio: que exista una manzana podrida no implica que las otras noventa y nueve del costal estén podridas también, y de hecho, pueden estar perfectamente saludables y deliciosas.

Uno de los supuestos intelectuales en que se apoya el fanatismo es la  generalización, que a su vez conduce a los prejuicios. Digamos que una persona va de paso a Francia y (por esas cosas de la vida) se queda en un lugar donde la gente no es demasiado hospitalaria.  Y esta situación le hace pensar que los franceses no tienen modales.

En el ejemplo, la persona se valió de un solo caso para llegar a una conclusión que para poder sostenerse tendrían que conocerse previamente cientos y miles de casos. Y aun así, no resultaría del todo precisa, porque para que lo fuera, se tendrían que conocer todos los casos, lo que en la práctica es casi imposible. Por lo tanto, la generalización en estos supuestos (es decir, tratándose de seres humanos y comunidades) se trata de un error mental.

La generalización puede ser muy útil, incluso necesaria, en el mundo de la ciencia y la abstracción pura. Pero pierde eficacia al analizar realidades sociales.

Lo que ocurre es que nos facilita las cosas, y por eso es tan usual que caigamos en su trampa. Nos permite alcanzar verdades, o mejor, “pseudo-verdades”, a través de poco o ningún esfuerzo. Como para llegar a una conclusión, por ejemplo, “los franceses no se bañan”, tendríamos que intimar con millones de franceses y sus familias, y no tenemos el tiempo ni la disposición para hacerlo, nos quedamos con el supuesto o los únicos dos supuestos que conocemos para llegar a ella.

Otra razón de que encontremos tan cómodas las generalizaciones, es que nos permiten ver el mundo en términos de blanco y negro, suprimiendo los fastidiosos grises. De esa manera, sabemos con precisión quiénes son los malos, quiénes los buenos, quiénes los decentes, quiénes los asesinos. Lo que simplifica nuestro radio de acción. Pero si por el contrario, admitimos que hasta el peor asesino puede realizar actos de compasión, y que en una comunidad puede haber tanto terroristas como prolíficos artistas o deportistas, se complejiza nuestra comprensión del mundo.

Así que, como puede observarse, en el fondo, las generalizaciones, que conducen a los prejuicios, son ignorancia.

Quisiera decir algo antes de terminar, aunque no tenga relación con lo anterior, pues creo que es importante. Creo que Mohamed Salah es el referente de futbolista profesional que deben tener los más jóvenes como inspiración. En ese sentido, el egipcio recuerda a jugadores como Iniesta, a Xavi, a Andrea Pirlo. Futbolistas destacados a nivel mundial, exitosos en sus equipos, pero que nunca fueron centro de polémica por excesos o excentricidades, y por el contrario, se destacaron por su respeto al rival y su decencia dentro y fuera de las canchas.