Juego – Logoi

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra.
Mauricio Montoya y Fernando Montoya

 

“Dios mueve al jugador, y éste, la pieza.

¿Qué Dios detrás Dios la trama empieza

de polvo y tiempo y sueño y agonía?”

Ajedrez (II) – Jorge Luis Borges.


Juego es una palabra que deriva de los vocablos latinos: “iocus” y “ludus”. Llegó al español como broma, chiste o burla, y nosotros la empleamos para llamar así a la diversión, a la lúdica y al entretenimiento. Es usada en las apuestas, tal vez, como forma de disipación y esparcimiento. Juego es, pues, la palabra de la que nos queremos ocupar, hoy, en esta columna, y de su extrapolación a otros ámbitos: el de la política, el de la guerra, el de la educación, el del arte, y claro, también el del juego mismo.

Todas las lenguas del mundo tienen una expresión para designar el juego. El sánscrito, por ejemplo, usa la palabra “Kridati”, que es el juego entre los animales, los niños y también los adultos. En inglés se usan las expresiones “Play” y “Game”: la primera sirve para nombrar el juego de las apuestas, con reglas y delimitaciones y normas; y la segunda, se usa de manera más figurada, por ejemplo: el juego de la vida, que alude a otras formas de jugar: el juego del amor, el juego del dolor, jugar con fuego…

Se sabe, según la historia, que en la Antigua Roma los juegos eran, a pesar de la prohibición de las autoridades y el señalamiento de los moralistas, muy populares entre los ciudadanos que se reunían en los circos, en los teatros y odeones a gozar de los placeres derivados de este febril divertimento. Eran famosas las saturnales de Augusto en el Foro Romano (Forum Magnum), allí, ante las instituciones de gobierno, frente al mercado y los negocios públicos, donde también tenía lugar la prostitución, se ejercía, con inmoderada fruición, el juego.

Asimismo, en Venecia, Italia, en 1638, existió un casino que nació, dicen, para la promoción de los juegos controlados y las apuestas. Este casino se llamaba El Ridotto. Casino El Ridotto de San Moisés, ubicado en el ala del Palazzo Dandolo de Venecia. A este lugar se asistía no sólo a apostar (como lo dictaba la norma), se iba, también, a ejercer otros regocijos: a bailar, a beber y, a esconderse, a veces, detrás de máscaras y antifaces que hacían del juego un espectáculo similar al que ya, en otra época, se habían abocado los romanos.

En el Museo de Historia del Arte de Viena (Austria) hay una pintura del año 1560 del autor belga Pieter Brueghel “El Viejo”, llamada “Juego de niños” y que, representa, precisamente, el juego, o, mejor, los juegos. En ella, la pintura en cuestión, el juego está ilustrado de múltiples formas según el rango etario de los personajes: vemos a unos niños que aún sin caminar juegan al gateo por el suelo; otros más grandes que arrastran aros y ruedas y, otros, mucho mayores que, aparentemente, se columpian en toneles de madera que eran (hoy sigue siendo así) usados para almacenar bebidas comercializables.

El juego es un divertimento de todas las épocas. Ha existido siempre: en Egipto, en Persia, en Mesopotamia. Los pueblos Mesoamericanos también jugaban. El juego de la pelota (pelota de hule, que era golpeada con la cadera) fue famoso entre los antiguos habitantes de Tajín y Monte Albán, territorios actuales de México. Se jugaba, se sabe, para el rito y la guerra. Es decir, para dirimir diferencias y garantizar, en un acto ritual, cada día, el nacimiento de la luz.

La guerra es otro juego. Y en este el juego de la geopolítica. Que no es un pasatiempo o divertimento sino una apuesta. O apuestas. Las que hacen, por ejemplo, las potencias económicas y militares –EEUU, Francia, Alemania, China, Rusia, Gran Bretaña…—, en regiones donde se concentran sus intereses. Intereses geoestratégicos: el control de estrechos marítimos como el de Ormuz (Golfo Pérsico) o el de Bab Al Mandad (Yemen); intereses militares: la venta de armas y el apoyo militar de sus aliados; intereses sobre recursos como el gas, el petróleo y el agua…

Bajo este panorama, el juego ya no puede entenderse solamente como una cosa de niños. Desde la ludopatía hasta la guerra, el juego es un mecanismo donde el jugador mueve sus piezas e inicia un rito.

Logoi

Esta columna es un espacio dedicado a la búsqueda del sentido de las palabras. Un ejercicio arqueológico, etimológico y, si se puede decir, biográfico. Cada entrega nos permitirá conocer la historia, el significado, el uso y el sentido de una palabra. Por: Mauricio Montoya y Fernando Montoya

Comentar

Clic aquí para comentar

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.