Es una historia de familia. Juan nació con síndrome de Down y José nació autista. No son hermanos, no son primos. Son hijos de amigos. Sus padres se conocieron en un empleo. Nacieron hace 17 años. Juan, aprendió con sus papás a controlar sus emociones. José, a medida que crecía se desconectaba más de sus papás. Su mirada se perdía entre sus hermanas y sus abuelos. Juan, expresivo en sus afectos, abraza y sus gestos dan a conocer sus gustos. José, solo coge las cosas, huele y sin medir tamaño se echa a la boca lo que tiene buen aroma. Los dos, muestran, un gusto por los animales que asombra, por su contacto con ellos. Resolvieron dejarlos por periodos cortos en una finca. Fueron tiempos de adaptación. Las temporadas fueron aumentando con regularidad, de tres días pasaron a siete días, quincenas y se quedaron 2 meses seguidos. Volvieron a la ciudad. El ambiente ya no era el mismo. Empezaron a enfermar. Juan manifestaba su incómodo con sus gestos y José, perdida su mirada al horizonte. A cada uno lo llevaron al especialista. No tenían nada, se les sugirió volverlos a llevar a la finca.
Juan y José, se volvieron a conectar con los perros, los gatos, los bueyes, las vacas y las cabras, los cerdos y los conejos, los patos, las gallinas y la huerta casera. Su niñez fue cambiando, los hábitos de alimentos fueron mejorando. Buscaban los merengues de la tía Ester. Fueron aprendiendo rutinas como la de alimentar las gallinas y llevarle agua a los perros. Juan, se conectaba con los perros y jugaba sin miedo. José, llegó a tener tanto contacto con las vacas, que algunas veces, alguna crisis nerviosa, lo lamen para que no se haga daño en la cabeza. Los adelantos de Juan cada día sorprenden por asimilar el cuidado de los animales, les lleva comida. José hace muchos movimientos, algunos con voluntad, otros porque se le presiona. Algunos días son más radiantes para cada uno de ellos. Su vida ha mejorado con la rutina y las tareas que se les asigna. Aquí lo más destacado, mencionar, la conexión que Juan y José tienen, con los animales del entorno, donde llevan muchos años de vida cotidiana. No son animales entrenados, no conocían a Juan y José, ellos, se convirtieron en la motivación diaria de su despertar. Surgen preguntas. Hay muchas lecturas y abundante bibliografía. Los animales pareciera sienten que Juan y José tienen una corriente nerviosa diferente. Ni siquiera una vaca recién parida embiste a Juan cuando seca al becerro. Ambos tienen una comunicación entre ellos y con los animales. Juan y José.
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