En una entrevista de antología realizada por la periodista Cayetana Álvarez de Toledo del diario español El Mundo (20/05/2018) al presidente Juan Manuel Santos, el mandatario colombiano expresa sin rubor, sin pena y con ínfulas de gloria todas las mentiras, las deformaciones y los cínicos sofismas que le sirvieron de base para justificar el impopular acuerdo de paz firmado con las Farc.
Empecemos el encabezado con frase de Santos: «Exterminar hasta el último guerrillero era imposible, militarmente absurdo». Aquí omitió que ningún presidente llegó a decir tal cosa y que la política de Seguridad Democrática buscaba derrotar la pretensión de la guerrilla de tomarse el poder por medios violentos y obligarla a negociar bajo la supremacía del Estado colombiano.
Santos insistió en una idea que le dio a las Farc un sentimiento de superioridad: «No era posible derrotar a las FARC. La única alternativa era someter al país a otros 30 años de guerra, con millones de víctimas», la lógica del miedo a la supuesta guerra para eludir el cumplimiento del mandato constitucional de defender la honra y bienes de los ciudadanos.
Más adelante dijo sin pudor que el costo pagado -la impunidad y demás premios- “fue muy pequeño en comparación con los beneficios. Salvar tantas vidas”. Confesión de aceptación del chantaje terrorista: ´si no nos dan lo que pedimos habrá guerra, destrucción y muertes´.
Cuando la periodista le aclara que quien paga ese precio es “la democracia, las víctimas”, el presidente insinúa que el Sí ganó el plebiscito: “Las víctimas han sido las más entusiastas con el proceso. Yo pensé que serían las más críticas; que iban a oponerse a la Justicia transicional. Y cuál fue mi sorpresa cuando fue al revés”.
Cayetana le pregunta con altivez: “Me sorprende que distinga entre justicia y paz. ¿Puede haber paz sin justicia? ¿O es la palabra paz un eufemismo de la abdicación democrática?” Santos responde con una evasiva y distorsionando el Estatuto de Roma: “¿Por qué cree que se negoció el Estatuto de Roma de la CPI? Para que se pudiera aplicar una Justicia transicional… El nuestro es el primer proceso que se negocia bajo el paraguas del Estatuto. Aquí, por primera vez, no habrá impunidad, sino una Justicia transicional.” ¡Con razón dicen que la palabra todo lo puede!
En un arranque de franqueza Santos confiesa que la JEP fue una concesión a las FARC, pues como “no creían en nuestra justicia… Necesitaban una Justicia en la que ellos creyeran”.
Cayetana pregunta con acierto “¿Entonces la Justicia transicional es una justicia a la medida de las FARC?” y Santos reconoce haber igualado el Estado con las Farc: “Es la primera vez que dos partes de un conflicto negocian la Justicia y se someten a ella. Eso es lo que el mundo ahora admira y aplaude.” Léase bien “el mundo” porque Colombia no.
A los requerimientos de la periodista sobre tanta largueza a una guerrilla al borde de la derrota, Santos cae en exabruptos, se auto magnifica y distorsiona: “Yo fui la persona que más duro golpeó las FARC… que más las combatió y con más éxito” No fue Uribe ni las Fuerzas Armadas, solo él. Y agrega “a mí me eligieron con el mayor número de votos en la historia de Colombia por mis éxitos en esa guerra” ¡Gulp! tamaña mentira, es vox populi que fue por el apoyo de Uribe.
No sin razón la periodista le increpa “¿No bastaban la convicción democrática del pueblo colombiano y la fuerza de su Estado de Derecho?… que no se modifique la Constitución por exigencia de sus agresores. Que las penas sean proporcionales a los crímenes. ¡Los acuerdos de paz regalan escaños a las FARC sin mediar la más mínima condena!”
Santos, cercado, busca escudarse “¿Y en qué proceso de paz no ha sucedido eso?” La periodista no le da tregua “Que tenga precedentes no significa que sea ético o eficaz… El hecho de que criminales de lesa humanidad obtengan escaños de forma automática, sin pisar la cárcel, resulta chocante” Y se desborda en cinismo: “A usted le choca, pero a los colombianos no.”
Al hablar sobre el plebiscito y luego de que Santos insinuara que el No ganó engañando a las gentes, ella le riposta: “¿Seis millones y medio de colombianos se dejaron engañar? ¿No tenían capacidad crítica propia?”
“Yo no he dicho eso.”
“Ha dicho que votaron engañados. Por tanto, se dejaron engañar o no tenían capacidad crítica propia.”
“Sí, fueron engañados.”
Cayetana insiste, “Usted decidió convocar un plebiscito sobre la paz. Ganó el No. Y sin embargo siguió adelante con el proceso… Si sólo iba a acatar el plebiscito en caso de ganarlo, ¿para qué lo convocó?”
Santos afirmó: “Dejar el proceso a la deriva habría sido una inmensa irresponsabilidad. Por eso invité a todos los voceros del ‘No’ a que nos sentáramos para analizar sus objeciones. Introdujimos el 95% y logramos un mejor acuerdo, que luego fue avalado por la Corte constitucional, como exige la democracia colombiana. Y ahora estamos gozando de la paz.” Todo un récord de mentiras por párrafo cuadrado.
Al siguiente comentario de Santos «Me habría gustado que las FARC hubiesen sacado un mejor resultado en las legislativas de marzo». Cayetana le pregunta: “¿Por qué?” Y él con pesadumbre dice: “Las FARC sólo sacaron 50.000 votos, menos del 0,5% del total. Les fue muy mal. Creo que habrían tenido más juego si hubieran sacado más votos… yo creo que la democracia colombiana se habría fortalecido más de lo que ya se ha fortalecido con un mayor apoyo electoral a las FARC”. Tomen aire, ¡puf!
Sobre el próximo presidente dice cosas atrevidas: “El próximo presidente de Colombia tendrá que seguir cumpliendo los acuerdos… Hemos fijado un plazo de 15 años para esta tarea y ningún presidente podrá rehuirla… los acuerdos son irreversibles, da igual quién llegue al poder. No podrán modificarse hasta dentro de tres mandatos.”
Respetado lector, si Usted no está suficientemente asombrado e indignado y necesita más pruebas para estarlo lea la entrevista completa en el link: http://www.elmundo.es/internacional/2018/05/20/5afff7f0e5fdead9738b456f.html Allí encontrará su versión sobre otros temas: caso Santrich, Farc-narcotráfico, cultivos de coca, Venezuela, Maduro, Iván Márquez, su “legado”, Lorent Saleh, etc.
El Espectador