En los pasados días, el ultraderechista Jair Bolsonaro ganó la primera vuelta en Brasil al alcanzar el 46% de los votos (poco más de 49 millones de personas) para las elecciones de su país, dejando atrás por una gran ventaja a su principal contendor, Fernando Haddad, que tan solo alcanzó algo más de 31 millones de votos. El ganador de esta primera vuelta es reconocido en el mundo y en su país por sus fuertes posiciones homofóbicas, misóginas y dictatoriales, tanto así que ha realizado propuestas como derogar la educación sexual en escuelas, eliminar los derechos de los homosexuales, seguir limitando el aborto, flexibilizar la tenencia de armas para la población, entre otras.
Son tan radicales las posiciones de este candidato, que en el año 1993 en uno de sus discursos como Diputado de Brasil, manifestó su preferencia por la disuelta dictadura que gobernó al país entre 1964 y 1985, aduciendo que los problemas con los que contaba la nación, no serían resueltos mediante la democracia que los cobija.
El caso de Bolsonaro en Brasil es similar al de muchos países que en respuesta al rechazo de la democracia liberal, ven con buenos ojos el surgimiento de autoritarismos populistas que traen mensajes xenófobos, cargados de odio y de sadismo. Este caso es uno de los tantos, donde ya en países como Turquía con Recep Erdogan, Filipinas con Rodrigo Duterte, y el mismo Estados Unidos con Trump, han sido cautivadas millones de personas con este tipo de mensajes.
En general es posible decir que este creciente movimiento de fatiga se ve manifestado por que la población maneja sentimientos como resentimiento y rabia, por situaciones como la desigualdad social, la migración de extranjeros y el manejo de las crisis económicas dentro de sus países. Estos líderes como Bolsonaro, utilizan un mensaje que se construye a partir de la fatiga que ha generado ese tipo de situaciones, proponiendo como principal mecanismos de solución eliminar algunos elementos propios de la democracia como lo son la deliberación, el dialogo y la inclusión.
Hay que decir además, que existen factores como las redes sociales y el internet, donde líderes como Bolsonaro, ganan terreno por sus polémicas declaraciones y sus desafiantes respuestas a sus contradictores. Algunos señalan que existe una gran fascinación entre los jóvenes por las respuestas que da Bolsonaro a quien trata de criticarlo. Sumado a esto, a nivel internacional son mayores las protecciones que tratan de brindarse a la población extranjera que migra hacia otro país, lo cual ha generado una ola creciente de xenofobia en países como Brasil. Este hecho ha sido enormemente aprovechado por Bolsonaro y otros personajes, especialmente Trump que lo hizo en su momento en Estados Unidos.
La fatiga es sinónimo de miedo, es quizás la palabra clave para entender como la gente en distintos países del mundo ve con malos ojos los diferentes problemas que ya existen o que se avecinan para cada una de sus sociedades. Es fundamental que se siga defendiendo el liberalismo social en aquellos lugares donde hay riesgo de que se sigan imponiendo este tipo de autoritarismos. Será muy difícil que en Brasil se frene el ascenso de Bolsonaro para segunda vuelta, pero debe servir de ejemplo para muchos países en América Latina y en el mundo en los cuales hay riesgo de que se perpetúen este tipo de liderazgos.