“Largas luchas tuvieron que librar las izquierdas colombianas para que se les permitiera su reconocimiento y su participación en la democracia participativa”
La izquierda llega al poder
Después de más de doscientos años de historia republicana la izquierda logra llegar al poder por la vía democrática en una votación histórica y nunca ante vista en Colombia.
Con 11.266.138 votos, que equivalen al 50,4% de la votación, Gustavo Petro este domingo 19 de junio se convirtió en el nuevo presidente de los colombianos para el periodo 2022-2026.
Con la totalidad de las mesas informadas, la registradurìa nacional del estado civil informó que la fórmula del Pacto Histórico Gustavo Petro y Francia Márquez son los ganadores de la contienda electoral que deja atrás una campaña marcada por ataques, mentiras, jugadas y roces entre ambos lados de la campaña, al igual que un país dividido y polarizado que en los últimos meses dejó ver por medio de redes sociales un fanatismo y una violencia cibernética desmedida.
Gustavo Petro llega al poder con la votación más alta alcanzada por un presidente en la historia de Colombia y se convierte en el primer hombre de izquierda en conquistar el solio de Bolívar por la vía democrática sin antes ser asesinado.
El triunfo fue celebrado por Gustavo Petro y su equipo de campaña en el Movistar Arenas al norte de Bogotá, en un evento multitudinario, acompañado de centenares de sus seguidores que se tomaron las calles y el escenario convirtiéndolo en un carnaval para celebrar su victoria.
Y es que después de una campaña desgastante y larga, parece aun imposible que un hombre de izquierda, tan atacado, estigmatizado y recriminado por su pasado como militante de una guerrilla logre llegar al poder.
Este 19 de junio se ha cerrado un ciclo histórico larguísimo, que durante más de 60 años impidió que las izquierdas llegaran al poder por la vía democrática. Largas luchas tuvieron que librar las izquierdas colombianas para que se les permitiera su reconocimiento y su participación en la democracia participativa, y estas luchas para combatir esta exclusión, llevaron a buena parte de estas corrientes de izquierda al monte y la montaña lejana para camuflarse entre el verde y con un fusil al hombro padecer los dolores y las atrocidades de la guerra pensando que así podrían conquistar el propósito de ser escuchados. Mas sin embargo, finalmente fue la paz la que abrió esa puerta hacia la democracia. Fueron los procesos democráticos del diálogo los que convencieron a aquellas corrientes de izquierdas de la década de los 70, 80 y 90 de que el camino era la democracia participativa, el diálogo nacional; las palabras y no las armas.
Creo que aún es muy reciente esto para comprender el trasfondo de este hecho. En un país tan derechista y godo como Colombia, es una gran hazaña que un hombre como Gustavo Petro llegue al poder y más prometiendo un gobierno que cambie las estructuras políticas y económicas que han predominado por décadas en este país.
Me parece increíble que se haya tenido que llegar hasta este punto para darle la oportunidad a la izquierda de gobernar. Y es que este resultado nace del fruto de un sinfín de gobiernos que han tenido tintes de todo, menos de democráticos. Esta es la consecuencia del pésimo gobierno de Iván Duque, que estuvo marcado por escándalos de toda índole, desde su llegada al poder por medios de financiación narcotraficante. Qué lástima que se haya tenido que llegar hasta acá, hasta este punto de degradación, que hayamos tenido que padecer por cuatro eternos años el peor gobierno en la historia de Colombia, para por fin aceptar un gobierno alternativo. Qué lástima que esta patria haya tenido que sacrificar tantas vidas y haya tenido que ver correr por sus ríos tanta sangre de inocentes derramada para abrir los ojos, para probar otra suerte, para no seguir cayendo en el juego de las calumnias y las falsas noticias que por años han sido las protagonistas de las campañas electorales de este país.
Pero al fin hoy estoy optimista. Gustavo Petro lleva años proponiendo un cambio para este país, este domingo una mayoría del país hemos escogido creer en ese cambio, hemos decidido darle un voto de confianza. Hemos decidido pasar por alto los deslices y errores de su campaña, y hemos preferido creer que aún es posible el cambio que propone y como lo propone.
Ojalá no nos estemos equivocando, ojalá se pueda llevar a cabo en Colombia aquella agenda de gobierno que propone. Es la esperanza de muchos, estoy seguro. Es la ilusión de que Colombia retome el camino de la paz que tantas veces ha abandonado, y por fin pueda avanzar hacia una era de paz que garantice derechos para todos.
Grandes retos le quedan al presidente electo Gustavo Petro y su equipo de trabajo y de campaña. Pero sobretodo grandes retos le siguen quedando a la sociedad colombiana. Grandes enseñanzas nos deja esta campaña agridulce por donde se le mire, pero sobre todo grandes tareas.
Ya logramos escoger un presidente alternativo, ya logramos escoger un discurso de paz y perdón social. El reto ahora es ponerlo en práctica. El reto es hacer la paz grande. El reto es construir una nación nueva, una sociedad que pueda convivir con las diferencias. La diferencia que marque la izquierda colombiana, se tiene que denotar en la construcción de espacios cotidianos que contribuyan a generar un ambiente de paz libre de fanatismos y violencias. El reto es amarnos los unos a los otros, como lo dijo el mismo presidente electo en su discurso de victoria. El gran reto para lo sociedad colombiana, ojalá guiada por el presidente electo, es lograr una unión nacional, un diálogo que permita poner sobre la mesa todas las diferencias existentes y que nos permita salir ilesos de estas violencias cotidianas que por años nos han hecho matarnos los unos a los otros.
El gran reto para este nuevo gobierno es lograr gobernar para todos. Lograr unir a la nación. Lograr limar asperezas entre los colombianos, incluidos aquellos hombres y mujeres que aún siguen en el monte y en la clandestinidad, convencidos de que el camino es la lucha armada. El logro como nación es el perdón social que nos una para conquistar luchas a favor de la paz, de la equidad, de la lucha por el retroceso del cambio climático; que nos una la lucha por acabar el hambre y la pobreza extrema.
La tarea apenas inicia. Lo más difícil hasta ahora se avecina. Construir una agenda nacional que nos beneficie a todos, que nos incluya a todos, que nos una, que nos permita dejar atrás el pasado violento, que nos permita construir la paz grande. El reto para la izquierda es demostrar que la respuesta a tanta represión histórica, es la paz y el perdón social.
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