Insistir por principio

Eliminar un vicio implica mucho más que la conciencia de su existencia, requiere de un proceso complejo de cambio en los hábitos y mucho convencimiento sobre el porqué se está induciendo dicho cambio; no basta con entender, es necesario asimilar.


La humanidad afronta el mayor reto de su historia conocida, hacerse a ella misma consciente del momento geológico del planeta, de las consecuencias que esto conlleva y el camino para que la humanidad pueda sobrevivir. El cambio climático es una realidad biológica, que no tiene nada que ver con la justicia u otros referentes que como especie hemos construido. Nada de eso, si no atacamos las causas será imposible prevenir los efectos, y no hay ideología que pueda alterar esa realidad, diferente al cambio de nuestro comportamiento.

Así las cosas, estamos ante una situación donde el cambio de mentalidad, en la forma de hacer las cosas, de organizarnos como especie, la transformación de nuestros hábitos de consumo, es urgente, y para desgracia nuestra, nada obvia ni fácil. Al igual que sucede con muchas conductas del ser humano, las cuales catalogamos como “vicios”, ser conscientes de su existencia dista por mucho que podamos cambiarlas de una forma sencilla. Eliminar un vicio implica mucho más que la conciencia de su existencia, requiere de un proceso complejo de cambio en los hábitos y mucho convencimiento sobre el porqué se está induciendo dicho cambio; no basta con entender, es necesario asimilar. No vamos bien, todos los indicadores muestran que seguimos desbalanceados, pesan mucho más los actos que destruyen el planeta que los que le hacen bien. Incluso, hay quienes concluyen que, aun corrigiendo hoy ese desbalance, no hay nada que hacer.

¿Entonces, si así son las cosas, para qué pensar en el desarrollo, para qué hablar de desarrollo local, de ecología, de reciclaje, de respeto por la vida, de propender por formas de se ser y hacer más armónicas con la naturaleza, por modelos económicos sustentables? La única respuesta sensata que me viene a la cabeza es que vale la pena insistir porque si, por principio; porque, como se dijo al inicio de esta columna, es nuestra propia existencia la que se está viendo amenazada, así a la fecha todavía existan figuras públicas lo suficientemente miserables para negar lo innegable, simplemente para, en un horizonte de tiempo cercano, sacar provecho personal alimentando la ignorancia y el afán ideológico. Es necesario insistir en que es posible una mejor forma de andar como sociedad, porque ello conlleva una lucha por nuestra propia subsistencia; y si hay algo a lo que la vida se aferra por principio, es a su existencia misma.

David Forero

Analista económico. Gerente de iniciativas estratégicas en Cuidando mis Finanzas.

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