Hacer una alianza con un aliado poderoso y crear un conflicto entre enemigos potentes: estos son los medios que emplea el sabio para incrementar su propia fortuna y prosperidad.
Proverbio indio
A nadie le gustan las crisis por los efectos negativos, aunque temporales, que ellas implican. Pero como han sido, son y serán inevitables, además de intentar reducirlas, es útil tener presente los posibles efectos positivos que pueden ocasionar. Uno de ellos es que destapa la verdadera posición de los actores involucrados en una relación, descubriéndose de verdad quién es tu amigo o enemigo, que en los ámbitos políticos suelen ser condiciones bastante mutables y hasta borrosas. En las crisis sabemos quién es quién, porque salen a flote los intereses reales y no las declaraciones edulcoradas de la diplomacia.
La actual invasión rusa a Ucrania —que, según el descaro de Putin y el obispo de Roma, es culpa de la Otan, porque “olvidan” lo que recuerdan los millones de personas que sufrieron los horrores del comunismo cuando fueron absorbidos a la fuerza por la Unión Soviética—, lastimosamente, no será un incidente ni breve ni intrascendente. Una parte del mundo en que viviremos desde ahora tendrá vínculos con este sanguinario suceso.
Ante la crueldad rusa en Ucrania hemos visto cómo los europeos, en distintos grados de compromiso, parecieran entender, al menos por ahora, que, aunque hay que darle inevitablemente alguna salida “digna” a Putin, como recientemente lo señaló el siempre lúcido Henry Kissinger, también tiene que quedar un precedente para Putin y para los rusos, que no pueden hacer lo que les venga en gana sin costo alguno, y por eso hay que castigar al gobierno ruso. La respuesta mundial no ha sido homogénea, como era de esperarse, pero no deja de incomodar la tibieza de gobiernos del Indo-Pacífico como Malasia, Brunei, Indonesia, Filipinas, Laos y Vietnam en rechazar contundentemente la invasión rusa. De la dictadura china y de Corea del Norte uno no espera nada bueno. Pero lo que finalmente no sorprende, aunque indigna, es la tibieza del gobierno indio.
India, desde su independencia del Imperio británico, siempre ha creído que su papel geopolítico mundial no es de un actor secundario y por eso no se matriculó como satélite de ninguna de las superpotencias y promovió el inútil y absurdo movimiento de los “No alineados”, al que más cínica y estúpidamente Colombia ingresó. Desde el análisis geopolítico se entiende, no se justifica, que India opte por este tipo de supuesta “neutralidad”, pero que, ante un evento tan humillante y atroz como la invasión rusa a Ucrania, India busque ocultarse en la retaguardia del denuncio global, incluso: que esté aprovechando la situación para comprar petróleo ruso barato y esté ideando un acuerdo de intercambio de divisas de rupias a rublos, da para pensar que sus gobernantes, en este caso el gobierno de Narendra Modi, que tiene muchos esqueletos escondidos en su clóset, no son de fiar.
Tomado de El Colombiano.
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