Fueron 294 días y una estrepitosa caída en todas las encuestas (incluso en aquellas en las que siempre salía bien) lo que necesitó el presidente Juan Manuel Santos para sacar pecho, endurecer el tono de la voz y enviarles a Colombia y el mundo (cuando digo mundo me refiero específicamente a Nicaragua) un mensaje fuerte y claro: San Andrés es nuestra y el fallo que el 19 de noviembre de 2012 la Corte de La Haya expidió, es inaplicable. Apoyo total en esta posición (suena raro) al presidente Santos.
Apenas conocido el fallo, Santos recibió una llamada de Álvaro Uribe Vélez, quien en su calidad de expresidente y miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores fue contundente al recomendarle desacatar dicha sentencia. Los argumentos (propios de alguien que tiene profundo conocimiento del país) son los mismos, que casi 10 meses después, utiliza Juan Manuel Santos para, en horario triple A y por tercera vez en dos semanas, aparecer en nuestros televisores a transmitirnos la decisión adoptada por su gobierno.
Las preguntas que surgen son muchas, citaré dos: ¿por qué tardó tanto este gobierno en tomar una decisión que causó en los colombianos, sobre todo en los isleños, zozobra y un cierto ánimo independentista? Por otro lado, ¿significa lo mismo para Santos inaplicable y desacato, o el optimismo que hoy sentimos al pensar que nuestro mapa continuará igual puede esfumarse en cualquier momento?
Con Juan Manuel Santos no sabemos. De él siempre recibimos incertidumbre y nos llenamos de dudas gracias a sus argumentos y su infinita falta de ideas. Simplemente hay que analizar el resultado que nos dejan estos meses en La Habana, sus intervenciones sobre el reciente paro nacional, su incumplimiento con Gramalote y las locomotoras que no arrancaron, por citar unos pocos ejemplos.
Pero como dije al principio, apoyo totalmente al mandatario con esta decisión, que ojalá se mantenga firme cuando se conozca la reacción de Nicaragua, cuando las Farc expresen su opinión y cuando todos los países (que sientan derecho a opinar) empiecen con sus presiones y amenazas. Ya sabemos que tiene facilidad para cambiar de opinión.
No obstante, todo este enredo con San Andrés ha servido para afianzar nuestro sentimiento nacional. La mayoría de colombianos ha pedido el desacato a este fallo, ha expresado su apoyo incondicional a la isla y ha demostrado esa solidaridad innata que tienen. Cabe aquí un: ¡Gracias Colombia…
Las voces pidiendo acatar el fallo llegaron de las Farc, Petro, Córdoba y Cepeda. ¡Sin comentarios…
Por último: para los isleños el pronunciamiento es tardío e insuficiente, ojalá Santos se tome el tiempo de ir a San Andrés y explicarles su significado, así todos quedamos tranquilos.
Tomado de: El Colombiano
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