IMPUESTO DE LIBERTAD

Yuli * es una morena preciosa, de 15 años, que poco ve la luz del día. Cohabita en una pequeña casa con sus suegros y cuñados, y se dedica a su hijo de 18 meses. Debe complacer sexualmente a su pareja cuando llega de la fábrica, y nunca se queja si él sale perfumado, en plan de conquista, los fines de semana… mientras ella va a misa y cuida al bebé.

A Yuli la vigilan constantemente para que no salga sola ni ‘ventanee’ con muchachos de su cuadra, en la Comuna 13.

Aunque ni ha culminado el noveno grado, ya está en embarazo otra vez: su compañero no le permite tomar anticonceptivos porque eso es «de vagamundas».

*** 

¿Quién es Ángela Marulanda ? La columnista de EL COLOMBIANO es tal vez la conferencista en asuntos de familia más respetada en Antioquia.

Las boletas para sus charlas se venden tan rápido como las de un concierto de Madonna.

La gurú, consejera de culto, a veces se presenta en sus conferencias -he asistido a dos- sumando las edades de sus hijos: «Tengo ochenta y tantos años de experiencia como mamá».

Este domingo, Marulanda criticó la entrega gratuita de anticonceptivos en centros de salud a quienes los solicitan, «incluidas las niñas adolescentes» (atención al énfasis: «las niñas»).

Según la columnista, los anticonceptivos (supongo que se refiere a las píldoras) incentivan la promiscuidad y «para lo único que sirven es para prevenir un embarazo».

Frente a semejante afirmación, me permito recordar «lo único» obvio: ¡un embarazo es el inicio de una o más vidas…

Marulanda pregunta: «¿Por qué los contribuyentes debemos financiar con nuestros impuestos el costo de una conducta libre y voluntaria de las usuarias (de nuevo el énfasis femenino, como si quedáramos en embarazo sin ayuda. Todo anticonceptivo sirve a la pareja), que solo beneficia los intereses de los laboratorios (…)?».

Los anticonceptivos no benefician sólo a sus productores: nos ofrecen autonomía a las mujeres sobre nuestro cuerpo, nos otorgan soberanía frente al destino propio, nos desligan de la condición de paridoras sin alternativa.

Soy mamá, sin tantos años de experiencia, pero el periodismo me ha llevado a antros nauseabundos donde practican abortos con ganchos metálicos o introduciendo apósitos con químicos -creciente problema de salud pública-; he conversado con niñas que han sido violadas por sus propios padres; he sido testigo de la endogamia rampante en Antioquia, de cómo el sexo para algunas mujeres no es fuente de placer sino de miedo, coacción y sufrimiento. ¿»Conducta libre y voluntaria»? ¡Los anticonceptivos nos liberan de la esclavitud a la que nos somete la cultura machista…

A diferencia de la prestigiosa conferencista, yo sí financio con gusto la distribución gratuita de anticonceptivos, para evitar que se replique el ciclo maldito de Yuli… y porque anhelo que las nuevas generaciones vivan su sexualidad de forma segura y responsable, sin tabúes arcaicos n

* Nombre cambiado, Código del Menor

Articulo tomado de: El Colombiano

ANA CRISTINA RESTREPO Columnista El Espectador y El Colombiano. Profesora Universidad EAFIT.
ANA CRISTINA RESTREPO
Columnista El Espectador y El Colombiano. Profesora Universidad EAFIT.

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