La música patrimonio cultural de la humanidad en constante evolución, donde la creatividad y la influencia se entrelazan de maneras complejas, en este contexto, nos surge una pregunta crucial:
¿Dónde termina la inspiración y comienza el plagio?
Con la historia repleta de melodías que han resonado a lo largo de los años, artistas y compositores han enfrentado dilemas éticos y legales sobre la originalidad.
Es por ello que consultamos con Nacho, quien es referente de conocimiento, este colombiano es compositor, folclorista, arreglista y hace parte del reconocido grupo Carisma Verde, con quien exploramos la delgada línea que separa el homenaje del robo, así como las implicaciones que esto tiene para la industria musical y para los creadores en general.
Carisma Verde
Nacho ¿Cómo defines la diferencia entre inspiración y plagio en el contexto musical?
-La inspiración es la suma de eventos que vivimos y nos motivan a crear y a plasmar un sentimiento o una vivencia a través de diferentes expresiones artísticas.
En cuanto al plagio, debemos dividirlo en dos categorías: el consiente y el inconsciente. Hace muchos años, antes del uso masivo de internet, el plagio consiente lo usaban quienes veían el éxito de un motivo o frase melódica en otro país (a veces en otro idioma) e intentaban replicarlo en su país con algunos cambios. Hoy por hoy esa práctica está extinta, y ahora con los permisos necesarios del autor y del compositor, un artista puede ejecutar una melodía o frase de manera legal.
El plagio inconsciente, conocido también como «criptomnesia», es un fenómeno donde el artista puede haber escuchado inconscientemente un fragmento musical o puede haberlo escuchado en su infancia y no recordarlo con claridad. Después lo añade a una obra, pensando que quizás es una creación propia.
Menciona un ejemplo famoso donde se ha acusado a un artista de plagio:
En décadas pasadas hay casos muy recordados. En 1978 el famoso cantante británico Rod Stewart lanzó su inolvidable tema «Da ya think i’m sexy» mezcla de Rock y música Disco, con un parecido muy notorio a un tema del artista brasileño Jorge Ben Jor llamado «Taj Mahal». Años más tarde el mismo Rod admitió que ese mismo año él había estado en el carnaval de Río, y que quizás inconscientemente escuchó la melodía sin prestarle atención, y posteriormente creyó haber creado la melodía de su coro. Este caso se solucionó de buena manera y se reconoció la inclusión de la obra de Jorge Ben Jor.
En el presente, hay un aumento en casos forzados donde más que plagio, hay intentos de ganar millonarias demandas ante artistas de éxito mundial.
¿Existen criterios específicos que los expertos utilizan para determinar si una obra es un plagio?
Si por supuesto. En primera instancia el plagio se determina si el fragmento musical nuevo es efectivamente igual a uno anterior, superando cierto número de compases o notas (Los compases son la unidad de tiempo en que se mide la música). Sin embargo, hay que aplicar más procesos como comparar la partitura, comprobar si el artista si tuvo oportunidad de escuchar la canción anterior y si tuvo o no intención.
¿Qué papel juega la tecnología actual y el acceso a la música en línea a la creación y posible plagio?
El acceso a una inmensa biblioteca musical virtual es positivo, ya que se tiene la posibilidad de comprobar que tanto se parece mi obra a una que ya exista. Incluso si presentamos nuestra obra a un amigo y este nos alerta del parecido, podemos corroborar de manera inmediata y corregir nuestra obra inédita.
¿Qué consejos darías a los músicos emergentes para evitar caer en el plagio mientras buscan inspiración?
Que no caigan en el error de catalogar la música por años como erradamente lo hacen los medios, que escuchen mucho material sin importar su fecha de origen, el género, o el idioma, que investiguen, aprendan y se formen y así van creando un gran conocimiento que los blinda de cometer errores inconscientes en un futuro.
Comentar