Ideas económicas mínimas

La resolución a nuestros problemas como sociedad tiene factores que ameritan discusión y debate, pero hay unos temas que no lo ameritan, y que al contrario exigen un entendimiento y consenso mínimo, si queremos ser votantes responsables con nuestro propio destino como nación.


Ideas Económicas Mínimas, del profesor Ramón Castaño, es uno de los primeros libros que me acercó al estudio de la Economía. Esta columna no compromete el trabajo del profesor Castaño, ni parafrasea su contenido; sin embargo, comparte la intención de explicar de forma sencilla algunas ideas económicas, sobre las cuales hay un consenso mayoritario y cuyo entendimiento es importante, sobre todo en tiempos de elecciones.

Las sociedades son complejas. Los fenómenos económicos son un subconjunto de los fenómenos sociales, que son complejos, porque los seres humanos lo son. En muchas ocasiones es difícil poner de acuerdo a una familia, ahora supongamos qué tan complejo puede ser poner de acuerdo a una nación. Decir “la izquierda acaba con los países” o “las élites no dejan a la nación progresar”, o cualquier otra postura que en el fondo lleve la idea de “el problema es uno y se arregla fácil”, es una simplificación inadecuada la realidad, que desconoce que los problemas sociales (y dentro de ellos, los económicos) son complejos y sus soluciones también lo son. Necesitamos empezar, como votantes, a ser conscientes de la complejidad de nuestra realidad, para pedirle a nuestros gobernantes (a todos) propuestas más realistas, aplicables y menos demagógicas.

El plazo importa. La política económica tiene efectos en el corto, mediano y largo plazo, y hay un común consenso en cuanto a que los países que han logrado alcanzar mejores niveles de vida, lo han hecho a través de medidas que tienen un impacto en el largo plazo (el cual no necesariamente se evidencia en el corto plazo). Por ejemplo, hay una relación entre el acceso a educación y las posibilidades de movilidad social que tienen las personas que acceden a dicha educación, pero el impacto de las políticas encaminadas a aumentar la cobertura y calidad de la educación suelen verse dos o tres generaciones después, lo cual plantea un problema para nuestra dinámica electoral, compuesta por votantes que se enfocan en el corto plazo y candidatos cuyo discurso se encamina a convencer a dichos votantes. Entender qué medidas están orientadas al corto, mediano y largo plazo, es muy importante.    

En las sociedades no existen los escenarios perfectos. En los escenarios de interacción social, usualmente no hay situaciones perfectas sino menos imperfectas que otras, y esto sucede con la democracia y el mercado. Los dos son mecanismos que tienen falencias, que deben ser monitoreados y constantemente deben ser actualizados; no por ello se deben pensar que podemos prescindir de ellos. La evidencia es clara en cuanto a que la democracia (como forma de organizarnos políticamente) y el mercado (como mecanismo central de la dinámica económica), permiten a las sociedades alcanzar niveles de desarrollo socioeconómico mayores, en comparación con sociedades donde no están presentes.

Hay cosas que no se tocan. Aunque sea polémico e incómodo para muchos, la evidencia muestra que el Banco de La República es una institución seria, y que el país ha hecho las cosas bien en materia macroeconómica. La incógnita que tenemos en frente es porqué ese buen comportamiento macroeconómico no ha impactado más en una reducción de la inequidad, una mejora de nuestro mercado laboral y un aumento de nuestras condiciones de calidad de vida; una pregunta válida y muy relevante. Ahora bien, el enfoque para responder esta pregunta debe ser qué más nos falta hacer, qué otros factores no estamos contemplando; no podemos asumir la postura de “lo que ha hecho el banco no sirve para nada y tenemos que cambiar todo”. La política monetaria es un asunto serio, delicado y contiene un trasfondo técnico que se debe conocer muy bien; los países que no han entendido esto lo han pagado muy caro, por lo que cualquier idea, venga del partido político que sea, que no tenga esto claro y considere que las decisiones monetarias se toman dependiendo de los caprichos partidistas, es una clara amenaza para el devenir de una nación.

La resolución a nuestros problemas como sociedad tiene factores que ameritan discusión y debate, pero hay unos temas que no lo ameritan, y que al contrario exigen un entendimiento y consenso mínimo, si queremos ser votantes responsables con nuestro propio destino como nación.

David Forero

Analista económico

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