En tiempos de la pandemia del COVID-19 salió a la luz el debate sobre si la economía está por encima de la vida o esta última sobre la primera. Recientemente, con las declaraciones del Presidente de Colombia, Gustavo Petro, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático en su edición No. 27 (COP27), realizada en Egipto, su discurso evidenció una clara postura a favor de esa corriente que sostiene que la vida está primero que la economía, pues su frase inaugural fue “Es la hora de la humanidad y no la de los mercados”. Sumado a esto, Petro culpa a los mercados de la “crisis climática que se presenta en el planeta” y es en virtud de ello que los países deben “darle prioridad” a la humanidad sobre los mercados, o lo que sería la economía; sin embargo, al reflexionar sobre el tema y estudiar la composición de los mercados, considero que dejarlos a un lado –lo que sería la economía misma– representaría un atentado directo contra la humanidad.
En primer lugar, sería un error separarlas y verlas como cuestiones mutuamente excluyentes y, para colmo, brindarle más prioridad a una sobre otra, puesto que la economía es algo profundamente ligado a la naturaleza humana. Los individuos continuamente aplican la economía en cada decisión que toman, debido a que se encuentra presente donde haya que elegir; es por ello que la economía es vida, y quien sostenga que la vida está por encima de la economía es, en realidad, un esclavo que no cuenta con capacidad de elegir o un esclavizador que no quiere que los demás realicen sus propias elecciones.
En ese mismo orden de ideas, quienes se hacen con el poder no deben darle al Estado un papel de jugador, sino de arbitro en el escenario de las relaciones que se dan de manera libre y espontánea para la satisfacción de nuestras necesidades; esto es el mercado, donde gracias al ingenio del empresario y de sus colaboradores se solucionan los problemas de los consumidores y se obtiene una recompensa por ello. Son los mismos consumidores quienes finalmente le asignan el valor a los bienes y servicios, siendo, además, el precio el resultado de la suma de las valoraciones subjetivas que se hagan en la sociedad; así es como los precios, entendidos como un sistema de información, coordinan las decisiones que respectan a la producción y el consumo entre personas que, probablemente, ni se conozcan o lleguen a conocer la una con la otra. Si el Estado se hace grande e interviene y controla al mercado, la transmisión de información de consumidores fallará y no se lograrán satisfacer las verdaderas necesidades de estos.
Es por la acción del mercado y, puntualmente, del libre mercado, que los individuos pueden mejorar su calidad de vida para así obtener un mayor desarrollo en una sociedad; cuando este se aplica, se genera riqueza y se hace rico aquel que sirve al prójimo en razón de las necesidades que satisface. Cabe destacar que los consumidores juegan el rol más importante, debido a que los empresarios en medio de la libre competencia, contenderán para ofrecerles mejores productos, de mayor calidad y a menores precios, lo cual permite que haya variedad de opciones para escoger; ineludiblemente, gracias a la economía, los individuos tienen la posibilidad de identificar las mejores opciones, puesto que los recursos siempre son escasos y tienen usos alternativos.
Para aumentar nuestro nivel de desarrollo como sociedad, los políticos no deben dejar a un lado los mercados, sino, más bien, hacerse a un lado ellos, así otorgarán mayor libertad para que se lleven a cabo de manera abierta los intercambios de bienes y servicios que se dan en virtud de la satisfacción de las necesidades entre consumidores y productores que mejoran cada vez más nuestra calidad de vida. Los datos demuestran que a más libertad menos pobreza, por consiguiente, países como Corea del Norte, Cuba o Venezuela, que se encuentran al final de la lista en los diferentes rankings de libertad económica, como el realizado por The Heritage Foundation (Tyrrell et al., 2022, p. 2), cuentan con altos niveles de esta; mientras, países como Singapur, Suiza o Irlanda, que se ubican en los primeros lugares, cuentan con muy pocos niveles de pobreza y gran generación de riqueza, debido a que sus habitantes tienen mayor facilidad para realizar el intercambio de bienes y servicios que logra satisfacer sus necesidades.
¡El mercado somos todos! y gracias a él nos beneficiamos todos. El capitalismo de libre mercado no es el problema, ¡es la solución!, tanto para la economía como para la conservación del medioambiente, y por ende, para nuestra especie.
Referencias
Tyrrell, P., Miller, T., Kim, A. B., Roberts, J. M. (2022). Highlights of the 2022 Index of Economic Freedom. The Heritage Foundation. https://www.heritage.org/index/pdf/2022/book/2022_IndexofEconomicFreedom_Highlights.pdf.
Este artículo apareció por primera vez en nuestro medio aliado El Bastión.
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