EN UN DÍA COMO HOY, 6 DE AGOSTO, pero del año 1945 se consumaba uno de los DOS MAYORES ATENTADOS TERRORISTAS de la historia de la humanidad: el lanzamiento de una bomba atómica sobre la indefensa ciudad japonesa de HIROSHIMA. De un soplo se cegaron las vidas de por lo menos 70.000 personas, convertidas en cenizas en menos de un segundo. Al final de ese año las víctimas ya ascendían a una cifra mínima de 90.000 y a un máximo de 166.000. No obstante, nunca se podrá saber la verdad porque los que murieron instantáneamente pueden haber sido muchos más. Y los que lo hicieron meses o años después no se cuentan entre las víctimas del bombardeo atómico. No quedó siquiera un mínimo rastro de ellos aquel infausto 6 de Agosto: ni siquiera un hueso, un cráneo, nada. En el momento del estallido, que duró algunas fracciones de un segundo, la temperatura llegó a quince millones de grados centígrados, equivalente a la del núcleo del sol … El 70 por ciento de los edificios de esa ciudad, cuya población era de casi 400.000 habitantes, quedó destruido.
Sólo un presidente de Estados Unidos visitó esa ciudad después del holocausto nuclear. Barack Obama lo hizo, en 2016, meses antes de terminar su mandato. Algunos pensaron que luego de 71 años de la masacre ofrecería las disculpas de su país ante el pueblo y el gobierno de Japón. El gobierno alemán pidió disculpas por el Holocausto del pueblo judío. Obama, en cambio, se limitó a depositar una ofrenda floral en el Memorial de la Paz de Hiroshima y nada más. Ningún pedido de disculpas. Antes de su viaje se suscitó una discusión en Estados Unidos, por ser el primer ocupante de la Casa Blanca que visitaría a la ciudad martirizada. Y predominó ampliamente la opinión de que pedir perdón significaría el tardío reconocimiento de que lo que se hizo fue un crimen. Asunto concluido. El imperio siente que saquear, robar, destruir y matar es su derecho. Inclusive apelando al horror inenarrable de un bombardeo atómico. Sin llegar al extremo de lo ocurrido en 1945 el gobierno de Estados Unidos tampoco pidió perdón por la destrucción de Irak y Libia en tiempos recientes, o de haber causado la tragedia actual en Siria, Afganistán y en Palestina. Podríamos seguir enumerando otros casos más, como por ejemplo la política genocida que se expresa en sesenta años de bloqueo a Cuba, más los bloqueos y sanciones económicas actuales en contra de Venezuela, Irán y Corea del Norte, para no olvidarnos la responsabilidad directa de Washington en el golpe de estado que acabó con la democracia en Chile y la vida de Salvador Allende. Toda una lección que debería ser aprendida por quienes erigen a Estados Unidos como el faro de la libertad y los derechos humanos en el mundo. Ese país tiene un título, indiscutido: el mayor terrorista de la historia.
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