Es tal el caso de la último proyecto presentado por el ministerio de vivienda, Hipoteca Inversa, que en pocas palabras permite a aquellos adultos mayores de 65 años y propietarios de un bien inmueble puedan recibir una renta vitalicia a cambio de que al fallecer el bien pase a ser propiedad del estado. Inmediatamente saltaron las voces: ¡Expropiación!, ¡Gobierno ladrón!, ¡Solo quieren al pueblo oprimido!; Me pregunto entonces, en otros países como EE.UU, Reino Unido, Alemania, Japón, Korea del sur donde esta política lleva décadas ¿También son socialistas expropiadores y ladrones?, Aquí es donde empiezan a callar de a poco.
En un país como Colombia, donde la informalidad representa más del 50% de la población trabajadora y el sistema pensional está en su punto de inflexión debido a las fallas estructurales del mismo, ¿No sería esta una medida plausible para mitigar este problema?. Pensemos en qué pueden existir padres o abuelos que por cualquier razón no hayan tenido hijos, o estén obligados a responder por ellos y que estén teniendo dificultades para subsistir en el día a día, que no reciban ingresos de pensión, subsidios o de cualquier tipo, la mejor opción para pasar el resto de sus días sin preocuparse de que comer. Ese en el mejor de los casos, pero y para los padres abandonados, tratados mal, sin culpa de que sus hijos hayan sido poco ejemplo de bondad, ¿Estaríamos en contra?, Definitivamente NO, la medida es un acierto completo.
Citando al gran economista Keynes «En el largo plazo todos estamos muertos» me hace reflexionar en ese viejo adagio de que al morir nada nos llevamos, y si vamos a morir, por lo menos merecemos vivir nuestros últimos días con dignidad, eso es básicamente bajo un techo y con un plato de comida en la mesa. Ahora, en mi posición de hijo ¿qué tan egoísta, tan miserable debemos ser para estar esperando constantemente que nuestros padres mueran para vender su tierra y darnos una efímera acumulación de riqueza que probablemente no sabremos disfrutar porque no la sudamos?. Ya ellos vivieron, ya ellos trabajaron, levantaron su casa y la disfrutaron, no esperemos nosotros vivir a costa de eso, hagámonos esa misma vida y cada quien construya su techo y su vida aparte.
En conclusión el proyecto así a muchos no les guste es un éxito, es para muchos futuros beneficiarios practicamente una lotería. Sin contar los agregados que pueden tener a la cadena de valor (que muchos no ven) cómo estímulo al crecimiento económico vía aumento del consumo, mayor liquidez en la economía, disminución del déficit fiscal del gobierno en largo plazo y los posibles usos que se le pueden dar a estos inmuebles, cómo el de ser indexados a los programas de vivienda, o ahorros en costos de arriendo de entidades públicas. Si me preguntan, ahora estamos mejor que antes, por el simple hecho de que tenemos un nuevo producto financiero que antes no había, y todo lo que sea para diversificar el abanico de posibilidades, bienvenido sea.
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