“Y eso que hablamos del pequeño grupo de personas que tuvo acceso a una preparación para el mundo laboral, porque son muchísimos más los que lamentablemente, tendrán que rebuscarse trabajos informales en los que la seguridad social probablemente no se les garantice”.
Y llegó el 1 de mayo, el Día Internacional de los Trabajadores, fecha en la que se conmemora el movimiento obrero y las clases trabajadoras en todo el mundo. A partir de lo sucedido en Chicago el 1 de mayo de 1886, se convirtió este día en una jornada para exigir reivindicaciones laborales en las calles, saliendo muchos a manifestar sus inconformidades, pero también, para mostrar la unidad de la clase trabajadora. Diversos movimientos anarquistas, comunistas y socialistas, entre otros, fueron los que comenzaron – a la par de sus luchas – a realizar esta conmemoración.
Sin embargo, muchos nos sentimos asustados al momento de aceptar un trabajo, ya que no sabemos qué nos espera. Nos predisponemos a lo que puede pasar en una nueva empresa, con nuestro nuevo jefe y los compañeros de trabajo. Y si es nuestro primer trabajo, los miedos aumentan por tres. Nos asustamos también por las malas experiencias que hemos escuchado de conocidos. Ellos llegan a contarnos todo lo malo que les ocurre en sus lugares de trabajo y con eso, hacen que en muchos aumenten los miedos e inseguridades.
Y no es para nadie un secreto que en América Latina, si bien la calidad de los empleos ha mejorado, de acuerdo al Índice de Mejores Trabajos del BID, esto no significa que aún no persistan las dificultades al momento de trabajar y mucho más, de conseguir empleo. Que la calidad de los empleos mejore en la región, se explica principalmente por un mayor número de trabajadores que reciben un salario que les permite mejorar su calidad de vida y salir de la pobreza.
A manera de contexto les cuento lo siguiente: la informalidad es una condición en la que se encuentras muchísimos latinoamericanos – como decimos en Colombia – viviendo del ‘rebusque’. Para algunas personas, su sueño es no tener un jefe y poder manejar su tiempo, pero para muchos trabajadores informales de la región, esto se convierte en una pesadilla.
Por varios casos que he conocido, muchos de estos trabajadores informales viven de ingresos diarios, lo cual no les permite tener una economía estable. Así mismo, muchos de ellos – también por la precariedad de sus trabajos – optan por créditos ‘gota a gota’, los cuales se hacen, en el caso de Colombia, con prestamistas particulares. Ellos les demandan intereses muy altos a estas personas, sin embargo, son a los que pueden acudir en caso de necesitar un crédito, debido a los muchos requisitos que exigen los bancos para prestar dinero.
De acuerdo al BID, la cantidad de trabajos en América Latina debe aumentar, a la par que los empleos existentes deben mejorar sus condiciones, permitiéndoles a los trabajadores tener un salario digno y acceder a la seguridad social. Es claro que no todos los países de la región avanzan al mismo ritmo, sin embargo, cada uno debe ponerse a la tarea de garantizar unas condiciones óptimas para sus trabajadores, tanto formales como informales. Los entes encargados deben velar por los derechos de los trabajadores: porque reciban buenos salarios, porque no trabajen más del tiempo establecido por ley, porque se reduzcan las brechas de género y etnias, y porque mejoren los salarios y condiciones de contratación.
Los mandatarios de cada país, de manera conjunta con sus ministerios de trabajo y empresas nacionales, también deben pensar en las generaciones de jóvenes que cada año, terminan sus estudios con el anhelo de entrar al mundo laboral. Como un tema de corresponsabilidad social, tanto instituciones públicas y privadas, deben articularse para garantizar puestos de trabajo que respondan al tiempo que – en teoría – el joven ha invertido durante todos sus años de formación. Una de las decepciones más recurrentes en este grupo de ciudadanos, es el no encontrar un trabajo acorde a sus gustos, talentos y habilidades, lo que los lleva a emplearse en cualquier tipo de trabajo con tal de recibir ingresos.
Y eso que hablamos del pequeño grupo de personas que tuvo acceso a una preparación para el mundo laboral, porque son muchísimos más los que lamentablemente, tendrán que rebuscarse trabajos informales en los que la seguridad social probablemente no se les garantice. Reflexionemos sobre lo que hacemos como sociedad y démonos cuenta de si realmente, en cada uno de nuestros países, la clase trabajadora cuenta con óptimas condiciones laborales. Si se tienen buenas condiciones de trabajo, las personas se motivan y mejoran su desempeño laboral. Esto les conviene a todos, ya que a mayor productividad de un trabajador, mayores serán las ganancias – tanto económicas como intelectuales – de cualquier organización.
De eso se trata. Que en este 1 de mayo, cada país se evalúe para seguir mejorando las condiciones de sus trabajadores. Así, muchos de nosotros haremos tratos al aceptar trabajos, sintiéndonos tranquilos y esperanzados en que tomamos una buena decisión.
Twitter: @leidytutti