Llevo muchos meses sin escribir en este espacio, pero creo que este momento es apropiado para decir cualquier cosa. Hace días conversaba con alguien y me decía “es que uno ya no puede hablar de política” y a pesar de que sí hablé de política con esa persona, tratando de conservar la compostura propia de un politólogo, estoy de acuerdo en la idea de que el debate político no pasa de ser un constante ataque, mentiras y chistes de pésima calidad.
El viernes pasado estuve un rato en la noche frente a la televisión nacional y observé la saturación tan impresionante de propaganda política, hasta Petro que no tenía propaganda en televisión estuvo ahí y eso termina por confundir y cansar al colombiano promedio, cansancio que quizá se ve reflejado en los votos nulos y la abstención. También creo que el tarjetón puede ser confuso para mucha gente, cosa que no se soluciona eliminando el voto preferente, como sugería el señor Juan Carlos Henao, rector de la Universidad Externado de Colombia en la transmisión del Canal Uno. El voto preferente permite votar por ideas y personas, más allá de una afiliación partidista, como sucedía en tiempos pasados. Así que no hay que ser electoralmente retardatario.
Si los meses pasados fueron insoportables a nivel de social media, de solo pensar lo que falta me dan ganas de no apagar Netflix hasta que pasen las elecciones, pero como no soy capaz de vivir indiferente como mucha gente, que dicho sea de paso, se quedan con la primera imbecilidad enviada por Whatsapp, entonces se me ocurren varias ideas para poder ser un elector al menos decente:
La primera cosa, dude de absolutamente todo lo que vea por ahí. Todo lo que le pida “difundir”, dude y obviamente no difunda.
Segunda cosa, no se crea un superhéroe salvador de la patria, comprenda que no todo el mundo tiene sus ideas políticas y por más terrores castrochavistas de los que usted intente alertar, no va a lograr que quien no piensa como usted cambie de idea, más bien lea e instrúyase sobre lo que dice, de paso estudie sobre lo que es el fracking como método de extracción de hidrocarburos, sobre cómo se cambia el sistema económico de un país y sobre las funciones del congreso.
Tercera cosa, comprenda que las clases acomodadas y las élites se mueren del terror de “perderlo todo” cuando se obtiene con trabajo y esfuerzo, obviamente; pero también comprenda que las clases obreras están cansadas de la desigualdad social que genera el sistema económico aquí y en cualquier parte del mundo, estudie también sobre el socialismo latinoamericano y sobre la dificultad que hay en hacer comparaciones para predecir el futuro (las comparaciones son odiosas hasta en política). No deje de comprender que ningún extremo es chévere y que refrescar las ideas con otras gentes también es una opción, porque no todo puede ser polarizado. No olvide tampoco que las campañas de desprestigio son un método popular de hacer política cuando las ideas propias se acaban (a la ultraderecha hace rato se le acabaron, digo yo).
Tratemos de que la campaña presidencial sea menos sucia de lo que ya es, hay que escuchar a los candidatos de primera mano, no noticias que solo muestran lo que les conviene, no videos editados o manipulados, escuche los debates y no le dé pereza informarse decentemente. Para terminar, una anotación sobre lo sucedido con los tarjetones de la consulta de derecha. Si se acabaron es porque la gente votó, punto. Hay gente que pelea por que ganan y porque pierden, en este caso Marta Lucía también debería estar denunciando una “persecución política brutal” o “robo de elecciones por el castrochavismo”, y pues no. Si Marta Lucía hubiera ganado, no me imagino como estaría la situación, con marchas y todo.