Por estos días se ha hablado de un posible –aunque ya inminente– conflicto bélico entre Ucrania y Rusia, nación última que ha querido retomar el poder geopolítico que tuvo en este país hasta finales de la década de los años 80, pero, ¿geoestratégicamente le conviene a Rusia un conflicto bélico? ya que recordando los hechos suscitados después de la caída del Muro de Berlín por efecto domino se cayó la Cortina de Hierro, y trajo muchos problemas, no solo para la nación rusa, sino para muchos países que dependían de ella.
Después de la Segunda Guerra Mundial, quedan fortalecidos los dos modelos económicos propuestos (socialismo y capitalismo), los cuales compiten por más de 40 años, con auges y caídas que hacen que miles de personas padezcan hambre y se fortalezca la división de clases. Pero, la caída del Muro de Berlín fue la estocada final a un modelo centralista corrupto que carcomió al Estado, además, el colapso no solo sirvió a Alemania para su reunificación, sino que aportó a que países que permanecían bajo la cortina, como era el caso de Estonia, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Georgia, Lituania, Letonia, Ucrania, Bielorrusia y Serbia, empezaran un proceso de transformación en algunos casos pacífico y en otros violento para salir de la pobreza y el analfabetismo que habían sufrido por décadas.
Para Rusia significó que el país bajo el mando de Mijaíl Gorbachov, a pesar de ser un dirigente con poder totalitario, realizara cambios de impacto como es el caso de la libertad de prensa y opinión pública, descentralizar y reestructurar la economía estancada, crear elecciones competitivas para nuevos parlamentarios y líderes, el Estado de derecho y una nueva política exterior para poner fin a la Guerra Fría y permitir que el comunismo sobreviviera. Aunque los años 90 fueron muy duros para el pueblo ruso, el cual hasta hambre aguanto, logró superar estos retos y llegar a poner en vilo al mundo por una cada vez más posible guerra nuclear que podría afectar a más de 100 millones de habitantes.
La guerra es el peor escenario expuesto, y no sería solamente por la utilización de armas nucleares, sino, por todo lo expuesto anteriormente. Entre otras, podría no ser exclusivamente en Europa y Asia, sino que habrían puntos calientes en varios sitios del mundo –esto se debería a que Rusia, no solo abriría la puerta a una guerra mundial nuevamente–; eventualmente, pondría en riesgo sus adquisiciones más allá de la frontera europea como es el caso de América Latina, ya que una guerra exhibiría a sus aliados: Cuba, Nicaragua y Venezuela, regímenes que quedarían expuestos y llegarían a sufrir una debacle, porque, al no contar con el auxilio directo de Rusia o de los grupos paramilitares que ayudan a sostenerlos, podrían ser capturados y puestos ante las cortes internacionales por delitos cometidos contra sus ciudadanos.
Mientras, la frontera chino-rusa enfrenta graves problemas, aunque Pekín ha dicho que apoya a Moscú, no hay que olvidar la gran cantidad de inconvenientes que han tenido, donde el lado chino ha buscado aumentar su espacio de vivienda y producción, lo que sería una oportunidad para que los más de cien millones de chinos que viven en esta frontera, tengan oportunidad de invadir y apropiarse de nuevas tierras.
Como conclusión, no solo estamos frente a una guerra de cuarta generación, sino ad-portas de un conflicto de sexta generación. Sería muy simplista pensar que es una guerra convencional hombre a hombre, que solo afectaría a Europa y Asía, sin consecuencia para el resto del mundo, sino una guerra tecnológica que afectaría a miles de computadoras en todo el mundo, cambiaria el mapa geoestratégico y pondría en riesgo las nuevas adquisiciones en ultramar.
Este artículo apareció por primera vez en el Blog La era de despertar – Aletheia Investigaciones, y en nuestro medio aliado El Bastión.
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