Tengo tantos errores como células hay en mi cuerpo. Si otros pueden percatarse tan fácilmente de ellos, será porque ya no son polvo de estrellas, sino astros esbeltos e impenetrables. Perfectos. Me gusta imaginar que todos por dentro somos mosaicos que se van pintando a partir de piezas y experiencias particulares: días negros, días grises, días claros; ninguno es indiferente a la dinámica de la obra que es la existencia. Nada es realmente malo. Todo muta, cambia, rota. Tal vez por eso, el error es el vehículo más bello.
No sé si es mi impresión, pero mentalmente maltrecho se va sintiendo uno a medida que pasa el tiempo –en estos tiempos fugaces-. Es dantesco, kafkiano; quijotesco, un poco tonto todo… Y bello, sí.
¿Biológico? ¿Alquímico? ¿Sagrado? No lo sabemos.
Uno debería vivir despacio, frágil y perceptivo ante los elementos que van edificando la existencia: el felino caza con sigilo sin hacer fiesta previa; la flor por su parte es compleja, pero no se afana en eclosionar; el agua por último, serpentea con exactitud sin quejarse del conducto por donde tiene que fluir…
Quien sepa física básica, debe saber también que todo cae por su propio peso, sin importar el ámbito: la piel se empieza a colgar; el árbol torcido, no retorna a lo que antes fue (no tiene opción). El coco. El orgullo. La mediocridad. Todo eso termina por ser una carga demasiado estorbosa, como para llevarla mucho tiempo al lado de compañía. Por eso, no creo que nada deba forzarse: la vida se va deshierbando solita.
Yo sé que todos sabemos eso, solo que no lo aceptamos, quizás por pereza a perder ciertas cosas. Sin embargo eso sí influye mucho, en la percepción personal, porque uno termina maltratándose y diciéndose al espejo cosas tan irrelevantes como: No tienes peso liviano. Tu cuerpo es deforme, insustancial ante la mirada masculina/femenina. Tus ojos negros, azules, verdes, cafés, no combinan con tu color de pelo… Y así; pero si uno, en vez de eso entendiera que el cuerpo todo, es anfitrión de un místico y extraño cerebro; que es además puente de intuiciones francas, compasivas, risueñas y vigorosas. Que los ojos por ejemplo, pueden confeccionar la realidad a su antojo: colores, arrugas, amores, miedos, preferencias… ¿Puede algo tan perfecto, estar desconfigurado? Yo creo que no.
Para algunos el mañana, ya es un helado ayer sin haber llegado. Para otros, el ayer es un vértigo constante de rencores ¿No es ese un estado frigorífico?. Si te sientes constantemente agujereado, y como un colador por donde entra un extraño frío de desconocida procedencia. Entonces sí. Has escogido ese congelado lugar y no tu tibio abrazo íntimo.
Solo tengo un consejo para finalizar, y por supuesto que no es obligatorio asumirlo: siempre que puedas, impulsa el “ser” de tu ser humano. No cuestiones tus intentos por ser compasivo, contigo o con otros: el hombre vivo, es sencillo y bondadoso. Yo he visto ese comportamiento muchas veces en otros, por eso lo sé y casi que lo entiendo.
VIVE.
7 Comments