Son muchas las causas, las virtudes, los méritos que la opinión pública le reconoce a Francia Márquez y que determinan su éxito político: su origen, su liderazgo en la defensa del medioambiente, el sacrificio para realizar sus estudios de bachillerato y de universidad, la solidaridad de toda su familia, su consagración y perseverancia en las luchas sociales que emprende. Cientos de miles de personas que han tenido que transitar caminos parecidos, se sienten representadas en ella y la votan. Sin embargo, quisiera destacar dos virtudes que son correlativas y más exactamente, la una consecuencia de la otra: ser una fotografía lingüística del pueblo colombiano y políticamente incorrecta.
La primera virtud, es la manera de comunicar. Francia Márquez, llega fácilmente a muchos sectores de la sociedad por tener un lenguaje claro, sencillo, franco, abierto, sin adornos, sin remilgos, lo más alejado de la hipocresía. Inclusive, le ha aportado al lenguaje político en esta coyuntura palabras de su comunidad, desconocidas para el grueso público. Esta manera de hablar, de expresarse, de comunicarse, la convierte en una fotografía lingüística del pueblo colombiano.
Por ahora, esa fotografía de la expresión verbal tiene los rasgos del Pacífico, del Cauca, de su municipio de Suárez, de su corregimiento La Toma, de su vereda Yolombó. Quizá su lenguaje esté enriquecido con palabras de origen africano y producto de la propia invención de los Márquez Mina, ahí en el marco geográfico de su vereda. Pero si en esta campaña le da la vuelta a todo el país, al final de la misma, tendrá la fotografía lingüística de toda nuestra nacionalidad, y de manera más realista, de todas nuestras nacionalidades, porque este es el país más diverso del mundo, en lenguas ancestrales y dialectales.
La segunda virtud es un plus de la primera. Esa fotografía lingüística del pueblo colombiano —por ahora la del Pacífico— más su franqueza, hacen de Francia Márquez una mujer que dice la verdad «sin cálculos políticos», como ella misma lo reconoce. Entonces, sus frases, sus voces, sus declaraciones resultan políticamente incorrectas, que es otra manera de interpretar al pueblo, porque la amplia gama de las diversidades de Colombia —mujeres, jóvenes, indios, negros, mulatos, desempleados, maestros— hace rato también decidieron ser políticamente incorrectas.
¿Qué es ser políticamente correcto? Ser políticamente correcto consiste en utilizar las expresiones lingüísticas que no ofendan a nadie, que desagraden a las personas que ostentan el poder. Cuando a las cosas y a los conceptos se les dice por su nombre, por su esencia o por sus características pueden incomodar a quienes ostentan alguno de los centros del poder: político, económico, social, comunicacional, eclesiástico, militar, policial, académico, deportivo, gremial, multinacional, etcétera. En ese caso, se dice que la persona no tuvo una voz o una declaración o una actitud políticamente correcta.
El estallido social que, de diversas maneras, se exteriorizó con toda su fuerza en el 2021, fue una actitud, un carácter, un modo de ser, unos procedimientos políticamente incorrectos. Por eso, el presidente Duque, sus ministros, los dirigentes gremiales y muchos congresistas del Centro Democrático, durante esos días de resistencia de las mujeres y los jóvenes de la Primera Línea, repetían una y otra vez: «Manifestación sí, pero de manera pacífica, ordenada, sin barricadas que obstruyan los derechos de las demás personas». Esas declaraciones, dirigidas a los manifestantes, tienen el mensaje oficial de los dueños del país, que dice: «Hagan su protesta, pero que sea políticamente correcta».
Ahora, en proceso electoral, el candidato a suceder a Duque, el señor alias Fico, a diario, a mañana y tarde, hace advertencias semejantes, es decir que se garantizará la libertad y la democracia, si esas expresiones de libertad y de democracia se hacen dentro de la seguridad y el orden, es decir, de manera políticamente correcta.
En ese contexto de las múltiples voces que exigen que todo se diga y se haga de manera políticamente correcta, Petro designó a Francia Márquez, como su fórmula vicepresidencial. Esa decisión de Petro, que a millones nos pareció el gran acierto, para algunos dirigentes fue una actitud políticamente incorrecta. «¡Cómo se le ocurre al candidato del Pacto Histórico —pensarían— hacer llave presidencial con una mujer tan políticamente incorrecta!»
Una de esas voces, es precisamente la del expresidente César Gaviria, que de manera automática, sin un instante de reflexión, anunció que rompía todo diálogo con Petro, porque «la señora Márquez» le dijo que era neoliberal. No es que esta categoría ideológica sea una grosería. Grandes pensadores la cultivaron y defendieron —Mises, Hayek, Friedman— y la impusieron Thatcher y Reagan y se obedeció en el mundo entero, hasta en Colombia. Entonces, el problema no es la categoría ideológica. El problema es que Francia Márquez dice cosas políticamente incorrectas. Las dice, porque sus palabras son una fotografía lingüística de Colombia, país que desde 1936 viene diciendo cosas políticamente incorrectas. Las dijeron, entre muchos otros, Gaitán, Galán, Pardo Leal, Carlos Pizarro. Por eso los mataron.
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