Felices con el dedo acusador

“Hay un plantón programado para este domingo con la excusa de evitar el maltrato animal. Qué bueno sería que, en lugar de gastar esa energía en protestas, más bien se aprovechara ese esfuerzo en ayudar a los perros y gatos abandonados de Jericó”.


Siempre me ha llamado la atención la facilidad que tenemos los seres humanos para acusar fácilmente a las personas, hacer escarnio público y linchar si es el caso, sin tener todos los elementos sobre la mesa. Muchos son felices gozando con la desgracia del otro. Incluso, esperan a que cometa un error para viralizarlo y hacerlo quedar mal ante la sociedad, como si los que criticaran fueran perfectos y tuvieran la autoridad moral para opinar quién es bueno y quien no. Esa misma clase de personas son las que les cuesta reconocer las virtudes del otro, pero son felices saltando de primeros cuando alguien comete una equivocación. Siempre prefieren ver el puntico negro del tablero que está mayoritariamente blanco.

El pasado jueves en Jericó sucedió un hecho que refleja perfectamente esta condición, personas, muchas de ellas escondidas bajo perfiles falsos, comenzaron a viralizar una imagen por grupos de Facebook y Whatsapp con el ánimo de hacer un “juicio moral” a una persona, porque a su modo de ver había cometido un grave error: propinarle por instinto una patada a un perro con la intención de ahuyentarlo. Tony, el nombre del perro, había tumbado a la hija de esta persona, que apenas empieza a caminar. Con la caída, la niña se dio un fuerte golpe en la parte trasera de la cabeza. Parece ser que, con la patada, el perro murió horas después en una veterinaria del municipio.

Ese fue el detonante para que quienes son felices alzando el dedo acusador comenzaran a lincharla, ridiculizarla y amenazarla. Otros hicieron publicaciones llenas de insultos pidiendo declararla persona no grata, que fuera condenada en la cárcel y despedida de su trabajo.

Esto es un reflejo de lo mucho que nos falta por mejorar como sociedad, de tomarnos unos momentos de pausa antes de juzgar, de mirar distintos puntos de vista, de tener empatía y tratar de entender qué fue lo que llevó a que una persona actuara de cierta manera.

Ninguno de nosotros es perfecto, por el contrario, rozamos permanentemente la imperfección. Estoy seguro de que la persona que hoy se juzga no mató premeditadamente al perro. Claro que fue un incidente lamentable pero nunca fue intencional. Como tampoco lo es -probablemente a muchos de ustedes les ha pasado- que alguien movilizándose en su carro, le quite la vida por accidente a un perro, gato, zarigüeya u otro animal.

Hay un plantón programado para este domingo con la excusa de evitar el maltrato animal. Qué bueno sería que, en lugar de gastar esa energía en protestas, más bien se aprovechara ese esfuerzo en ayudar a los perros y gatos abandonados de Jericó. Que hoy los que se rasgan las vestiduras por la muerte del perro Tony, adopten uno de los tantos perros que hay en el albergue del municipio, que donen medicamentos y concentrados, que reúnan recursos económicos para hacer una campaña masiva de esterilización y evitar que más perros y gatos sin hogar, se reproduzcan sin tener condiciones de vida dignas.

En mi familia iniciamos hace unos meses brindándoles refugio, alimento y medicamentos a Kronos, Chiqui, Choclo y Caballito. Dejemos el linchamiento y actuemos de verdad si es que realmente nos interesa cuidar la vida animal.

José María Dávila Román

Comunicador Social - Periodista de la UPB con Maestría en Gerencia para la Innovación Social y el Desarrollo Local de la Universidad Eafit. Creo que para dejar huella hay que tener pasión por lo que se hace y un propósito claro de por qué y para qué, hacemos lo que hacemos. Mi propósito es hacer historia desde donde esté, para construir un mundo mejor y dejar un legado de esperanza y optimismo para los que vienen detrás. Soy orgullosamente jericoano.

Nota al pie: El columnista tiene o ha tenido vinculación laboral con la minera AngloGold Ashanti. 

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