Hablemos a calzón quitado: tal como están las cosas, la repartición de votos en primera vuelta entre Gustavo Petro, Humberto de la Calle y Sergio Fajardo puede conducir a que no pase ninguno de ellos y por la tronera que dejan se cuelen los dos de la derecha, Germán Vargas Lleras e Iván Duque.
Si hubiéramos estado tratando con gente madura y responsable, hace rato los tres candidatos de la centro-izquierda habrían encontrado la fórmula que les garantizara un triunfo arrasador en primera vuelta. Requisito único: sine qua non: que se hubieran puesto de acuerdo para que uno de los tres encabezara tan poderosa coalición. Y no pudieron, los muy incapaces.
En honor a la verdad, tanto De la Calle como Petro en su momento le manifestaron a Fajardo su disposición a ir a una consulta entre los tres. Pero como Fajardo iba de primero en las encuestas, creyó ingenuamente que ahí se mantendría el resto de la contienda y se puso de niño bonito, y les mandó a decir a De la Calle que él no se metía con el “corrupto” Partido Liberal, y a Petro que no le gustaban los “extremismos”.
Esa misma terquedad y egoísmo ya se había visto cuando tampoco quiso someterse a consulta con Claudia López y Jorge Robledo, y se impuso a la brava, respaldado en su efímero primer lugar. Y si de extremos se ha de hablar, de ahí en adelante se situó sobre una línea de centro radical: ni a la izquierda ni a la derecha (ni-ni). Eso lo marcó como el candidato de la tibieza en un momento que requería asumir posiciones firmes, transmitir un liderazgo del que ya ha demostrado hasta la saciedad que no lo tiene.
Sumado a lo anterior, para no posar de ignorante prefirió ausentarse del debate de Canal Capital cuyo tema exclusivo era Bogotá, con lo cual dio a entender que la capital de Colombia le queda grande. Y por esos mismos días Diana Calderón en Hora 20 lo cogió fuera de base (o lo corchó, según Semana) cuando le pidió su opinión sobre el paro de maestros que se avecinaba y Fajardo admitió su desconocimiento sobre lo acordado entre el Gobierno y Fecode; él, que ondea como bandera de campaña la idea de un país educado.
Hoy la realidad monda y lironda es que la división de la centro-izquierda en tres grandes bloques atenta contra la posibilidad de una Colombia progresista y moderna, y nos aproxima al inminente riesgo de que en segunda vuelta nos veamos obligados a elegir entre el monigote de Uribe o un Vargas Lleras maniatado por los gamonales corruptos de la política, de los que este promete desmarcarse –y yo le creo– si llega a la Presidencia. (En cuyo caso, a ojo cerrado votaría por Vargas).
Mi candidato desde el comienzo de la contienda fue Humberto de la Calle, y como dije en trino reciente: “Un país que tiene a @DeLaCalleHum en el quinto lugar de las encuestas se merece la suerte perra que le espera si gana @IvanDuque”. (Ver trino). Por eso nos vemos abocados a votar en primera vuelta por quien tiene más probabilidad de pasar a segunda, Gustavo Petro, para evitar que de pronto en la repartija de votos los tres se queden como el ternero: mamando.
Solo hay una posibilidad de que al menos uno de los tres con toda seguridad pase a segunda vuelta, y muy seguramente dos de esos tres: si uno de ellos decide declinar su aspiración a favor de alguno de los otros dos. No hay cama pa’ tanta gente, mejor dicho, pero si uno de ellos decidiera bajarse del colchón, los dos restantes tendrían casi asegurado un muelle paso a la segunda vuelta.
De los tres candidatos mencionados, a esta altura del partido ni Petro ni De la Calle pueden declinar su candidatura, a no ser que paguen una altísima multa; y los espera una suma de reposición por cada voto, a la que tampoco pueden renunciar.
El único de los tres que sí podría desistir es Sergio Fajardo, porque su candidatura no fue producto de una consulta. Y así renunciara seguiría apareciendo en el tarjetón, el cual de todos modos ya viene ‘manchado’ por el supuesto olvido de un funcionario de la Registraduría que puso a Petro en situación de desventaja, al no haber podido modificar su logo. (Ver noticia).
Aquí entre nos, no sobra recordarle a Fajardo que fue por su negativa a la unidad que hoy persiste tan peligrosa división en la centro-izquierda, y es por tanto a él a quien le correspondería en gesto responsable, honesto y solidario con el futuro de la nación declinar su candidatura a favor de Humberto de la Calle, por supuesto, pues es de los tres con quien mayores coincidencias tiene, y el que equilibra la balanza: el centro de espíritu liberal con De la Calle, la izquierda radical con Petro.
En este escenario, la ecuación sería demoledora: si tan solo fueran Petro y De la Calle a primera vuelta, a favor de este último se irían en su mayoría los votos de Fajardo, y lo que antes dividía automáticamente se convierte en suma. Dos candidatos progresistas fuertes, en lugar de los tres que hoy conforman montonera. (Y de pronto tronera, por donde se cuelen Duque y Vargas).
Humberto De la Calle sigue siendo el mejor candidato, el más preparado para lidiar con el delicado posconflicto. Eso lo debe saber hasta el mismo Petro. Pero es solo enfrentándose ellos dos en franca lid, al lado de Iván Duque y Germán Vargas, como de verdad se sabría cuál es el nuevo rumbo que quieren los colombianos. Si a babor… o a estribor.
Píenselo, apreciado Sergio: por el futuro de la Patria, desista.
DE REMATE: Jorge Londoño de la Cuesta, exgerente de la firma encuestadora Invamer Gallup, fue el artífice de la alcaldía de Medellín para Federico Gutiérrez, cuando volteó las preferencias en los días previos a la elección con una encuesta que lo puso en empate técnico con su rival Juan Carlos Vélez. Fue lo mismo que hicieron con Iván Duque frente a Marta Lucía Ramírez, días antes del 11 de marzo. En gesto de gratitud, ‘Fico’ lo puso al frente de la megamillonaria Empresas Públicas de Medellín (EPM). Por eso no se puede creer en las encuestas.
En Twitter: @Jorgomezpinilla