Con sentido pragmático es bueno identificar regiones, actores aliados o sectores claves para motivar la exportación.
A junio de 2023 las exportaciones están mostrando un resultado no muy alentador. Ya llevamos siete meses en terreno negativo y solamente en junio de este año la caída es del 28% y el dato se extiende al agro, industria y el sector de hidrocarburos. Solamente nos faltan los datos de servicios, que se publican trimestralmente, para corroborar si aquí también llegó la “teoría del decrecimiento”. No obstante, al cierre de 2022 ya caían los servicios exportados cerca del 0,5% con respecto al 2021.
Esto contrasta con cifras récord en montos y crecimientos que a julio de 2022 mostraban que los datos de exportaciones eran los mayores desde el año 2014 (crecimiento del 60%) con un avance vía agro, servicios e industria en la diversificación de la canasta exportadora. Evidentemente lejos de cualquier ideal, porque seguimos siendo un país muy cerrado con políticas arancelarias de sesgo antiexportador y poco aprovechamiento de nuestra diáspora de talento y de los 18 mercados abiertos, pero por lo menos con avance.
Evidentemente podríamos identificar causas para este comportamiento en los menores precios internacionales o en la desaceleración global, sin embargo, Chile bate récord en los primeros meses de 2023, y para todo el año Perú, Uruguay, México y Paraguay tienen expectativas al crecimiento en sus exportaciones. Dicho de otro modo, puede haber razones, pero hay margen de acción.
Sin embargo, aquí de nada sirve “buscar culpables o llorar, sino producir pañuelos”. Con sentido pragmático es bueno identificar regiones, actores aliados o sectores claves para motivar la exportación. Reconocer que en la biodiversidad y en el talento hay oportunidades. Aprovecharse del avance de Colombia en su vocación emprendedora y recuperar los espacios nacionales y regionales de competitividad (comités nacionales, departamentales y sectoriales) que siguen dormidos ya un año.
Además, apropiarse desde la acción y no sólo desde el discurso, la nueva política de comercio que propuso el propio gobierno. Seguir la senda de crecimiento de inversión extranjera directa, pero ojalá impedir la salida por problemas en proyectos de transmisión eléctrica o la crisis de inversiones de generación en el norte del país por consulta a comunidades y licencias ambientales.
Qué bueno ver a ProColombia y las oficinas comerciales abriendo mercados y haciendo más diplomacia comercial y sanitaria (y qué bueno que, al fin, siete meses después, se nombró director en propiedad en el ICA). Qué bueno mover esa estrategia Sur Global con resultados. Bien que la vicepresidenta visite África, pero mejor ver un aumento en exportaciones industriales a dichos países o lo mismo en la nueva agenda Asia. Fantástica la apuesta por un multilateralismo activo, pero mejor ver a la Alianza del Pacífico actuando de nuevo vivamente pues es nuestro mejor ejemplo de lo anterior.
Todo lo anterior funciona si, así como hizo el gobierno con agricultura, crece sus recursos de presupuesto en tres dígitos, lo mismo se hiciese con Mincomercio y dejar la tonta idea de cambiar el orden del título de ministerio de comercio, industria y turismo a ministerio de industria, comercio y turismo. Aquí como en las matemáticas, el orden de los factores no altera el producto. Lo único que lo altera es voluntad política y ejecución.
Todas las columnas del autor en este enlace: José Manuel Restrepo Abondano
*Rector Universidad EIA
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