Eventual rodrigazo 2.0: entendiendo la crisis económica argentina

Veo un Gobierno desgastado, aquilatando al dólar asiduamente a medida de cada cliente, reconociendo implícitamente la debilidad en la política fiscal de la Nación”


Históricamente la Argentina ha pasado por todo tipo de vicisitudes económicas, convirtiéndola en una especie de laboratorio económico en el mundo. Uno de los episodios más amargos se dio en 1975 con la designación de Celestino Rodrigo para ejercer el cargo de ministro de Economía, tomando una serie de decisiones que llevarían a una hecatombe en las finanzas públicas y un ajuste sin precedentes que cambió la historia del país.

Conocido como el Rodrigazo, el programa del ministro consistió en aumentar las tarifas eléctricas, aplicar un dólar turista con una tasa especial y devaluar la moneda un 100% para el cambio financiero y el 160% para el cambio comercial, con el fin de reducir el déficit público; a través de la devaluación compensar el incremento de la tasa de ganancia de las empresas. Su plan no funcionó y la inflación se fue por las nubes, disminuyó el poder adquisitivo de la sociedad y el déficit fiscal aumentó considerablemente, generando desabastecimiento y huelgas interminables.

El Sute Cartoons

La coyuntura actual enciende las alarmas en el Gobierno de Fernández y en toda la región. El ministro de Economía Sergio Massa, apura medidas desesperadas sin un sólido fundamento macroeconómico, presionado por las próximas elecciones, los movimientos sociales, las patronales, el FMI, la unidad piquetera y la CGT.

Massa es un tradicional político, es abogado de profesión y no cuenta con los conocimientos básicos en economía; desatendiendo las oportunas críticas de los asesores, en su mayoría profesionales en ciencias económicas.

Las últimas decisiones tomadas respecto al dólar son un claro ejemplo de ello, el dólar soja contemplado como un régimen especial con un tipo de cambio a $ 200 a cambio de liquidar más de USD 5.000 millones en la exportación de más de once millones de toneladas de la legumbre, devaluando por el momento a un sólo sector. Al poco tiempo el Banco Central emitió una circular perjudicando a quienes accedieron al dólar soja, operar al mercado de cambios para compra de moneda extranjera, cerrando la posibilidad de realizar operaciones con títulos-valores con liquidación en moneda extranjera. Luego del traspié, salió el presidente del Banco Central Miguel A. Pesce, aclarando que la medida sólo alcanzaba a personas jurídicas, es decir las empresas, teniendo en cuenta que la mayoría de pequeños productores poseen una pyme.

Al margen de estas resoluciones, Massa dispone la emisión de una letra del tesoro en dólares, a un plazo de diez años, resarciendo al BCRA por la diferencia entre la cotización oficial y la del dólar soja, con una colocación directa permitiendo que la amortización sea íntegra al vencimiento.

Como consecuencia de todo esto, veo un Gobierno desgastado, aquilatando al dólar asiduamente a medida de cada cliente, un dólar ahorro, dólar petróleo, dólar bolsa, dólar tech (conocimiento) y ahora, dólar Qatar. Reconociendo implícitamente la debilidad en la política fiscal de la Nación, de no tener una moneda nacional.

Ya se empiezan a vislumbrar trabas al proceso productivo por la limitación en las divisas y la falta de consenso con las patronales; lo que pasó con el conflicto de los fabricantes de neumáticos y la lucha del sindicato SUTNA, conquistando un aumento del 63% en cinco tramos y un bono de 100.000 pesos por cada trabajador jornalizado. Pese a que el Gobierno trató de ejercer una extorsión, amenazando con la apertura de importación de éstos, teniendo las plantas paralizadas perjudicando directamente a la clase trabajadora.

Otro punto clave es la distorsión de precios relativos, ya que el Gobierno sigue emitiendo moneda para financiar el gasto público, teniendo en cuenta que el proceso de aumento de los precios no es igual en tiempo y en velocidad en todos los bienes y servicios, esto supone un problema enorme ya que al expandir la base monetaria no sólo se incrementa la inflación, sino el favorecimiento de ciertos sectores hegemónicos de la economía y la pérdida del poder adquisitivo de las clases medias.

Por lo tanto, estamos ad portas de un eventual Rodrigazo. La recuperación pospandemia no despega, la devaluación compensada, como medida heterodoxa no funciona y a esto se le suma la baja credibilidad del binomio Massa – Pesce frente a las equivocas decisiones en materia de retenciones a las exportaciones de productos agrarios, metiéndose directamente con el bolsillo de los argentinos, encareciendo los productos básicos de la canasta familiar; algo inconcebible en un Gobierno “Peronista”.

Al margen de lo mencionado, aparecen algunos escenarios a mediano plazo, uno de ellos es entrar en un periodo de estanflación, es decir, recesión económica acompañada de inflación. Otro de los escenarios es cumplir el acuerdo con el FMI, arrastrando a una híper recesión y el último de ellos es dejar de cumplir con los compromisos de pago de deuda lo cual conduciría a una híper inflación.

Sobre la mesa hay temas más importantes para discutir, no es momento para hablar de las PASO. La agenda debe girar en torno a la calidad de vida de los argentinos, haciendo de manera seria y responsable un trabajo de costos en todos los sectores por parte del ministerio de economía, construyendo acuerdos entre las patronales y sindicatos, sólo de esta manera se mejoraría la producción y los salarios.

En conclusión, la política monetaria debe ser manejada por profesionales en las ciencias económicas, luego hay que resolver el problema estructural de base mediante un superávit fiscal en la balanza comercial. Se debe controlar el desmedido gasto público, participando en lo más necesario de modo austera, otro aspecto a tener en cuenta es priorizar la política energética aprovechando el momento geopolítico de crisis en este sector en la mayoría de países europeos, elevando la producción nacional de GNL y petróleo, generando empleo y divisas por exportación, creando pymes, investigación y tecnología.


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Sebastián Torres Murillo

Economista de la Universidad de Buenos Aires, miembro del grupo de investigación de políticas públicas latinoamericanas y el caribe (UBA). Defensor de la paz y la integración regional

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