Sin duda alguna, la contingencia sanitaria por la que está pasando el mundo entero a causa del coronavirus Covid – 19, representa un punto de inflexión por el que no pasaba la humanidad entera desde hace ya varias décadas, como cuando se presentó la pandemia de gripe entre 1918 y 1919, produciendo el contagio de 500.000.000 personas y la muerte de 50.000.000 de ellas aproximadamente. El virus que actualmente ha tenido en confinamiento y parálisis económica a casi la totalidad de países en el mundo, ha traído a su vez retos y oportunidades.
En el plano político, el coronavirus Covid – 19 ha puesto a prueba a las organizaciones estatales y ha abierto la puerta a una nueva configuración del orden mundial en donde la tecnología digital y la figura protectora del Estado van a jugar un papel importante. La gran pregunta que debemos estar haciéndonos y respondiéndonos como ciudadanía, es si tras esta crisis saldremos mejores como personas y como sociedad, obteniendo elementos de reflexión para la transformación y la acción consciente en nuestro entorno.
De nada serviría este momento de inflexión global sino lo aprovechamos para hacer también un cambio social que le de sentido al cambio en las estructuras políticas y económicas que se han visto confrontadas por un enemigo mortal al que no puede derrotársele con las armas ni las ideologías, sino con la inteligencia, la cooperación, la responsabilidad ciudadana y la inversión en tecnologías para la salud y la vida; aspectos que nos hemos dado cuenta, están por encima de cualquier otra prioridad de la cultura.
En lo personal, esta pandemia me ha permitido entender que somos vulnerables aunque a veces creamos tener el poder a un solo clic; que somos interdependientes aunque creamos que el bienestar individual y material es suficiente; y que somos una especie evolucionada porque nos podemos poner de acuerdo para ser solidarios y salir de las crisis más fortalecidos que antes, pero también más humildes que nunca.
Nuestro papel en la sociedad será de vital importancia para trascender esta situación de una manera constructiva, entendiendo al otro, ayudándolo y sacando lo mejor que tenemos como humanidad.
Pero también, como lo decía anteriormente, el papel del Estado será fundamental para los años venideros, pues deberá exigir mayor participación de los gobiernos locales y centrales en la gestión sostenible de los territorios, además de actualizar su agenda política de cara a los retos que nos deja esta pandemia, muchos de ellos relacionados con la salud, la educación, la tecnología y por supuesto, la generación de oportunidades para cerrar brechas de inequidad y pobreza que han salido a relucir con mayor fuerza en los últimos días.
El virus, el miedo y la enfermedad también son enemigos de la humanidad y nos pueden afectar de formas inimaginables; así que no debemos esperar a que lleguen nuevas amenazas, debemos superar esta y prepararnos para evitar o contrarestar con mayor eficiencia la próxima; y ante todo, entender que cambiamos para transformar el mundo o la transformación del mundo nos cambiará a nosotros, situándonos al borde del abismo en caso de no estar preparados moral, política y socialmente.