“gastar a manos llenas no siempre se traduce en mayor bienestar económico, si el aparato productivo está apagado, aumentar el gasto público sin un plan efectivo de recuperación hará aguas el esfuerzo fiscal”
El Congreso, acaba de aprobar en primer debate, la ley del Presupuesto General de la Nación (PGN) para la vigencia 2024, con un aumento de 80 billones respecto al 2023. Se presenta como un espejismo, debido a que los colombianos ven un monto por 502,5 billones que en condiciones de disponibilidad de recursos y sostenibilidad fiscal no es real. En los ingresos corrientes supone que se van a recaudar 14.5 billones a través de arbitramentos de litigios tributarios, que requieren de una ley que actualmente no existe y el impuesto a los plásticos de un solo uso quedó sin piso por un auto del Consejo de Estado, sin contar los fallos por venir sobre la deducibilidad de las regalías en la pasada reforma tributaria y la desaceleración económica. Estos son aspectos que se pueden traducir en aplazamientos del PGN por más de 15 billones para el próximo año. Esto tendrá unas repercusiones negativas en sectores posiblemente recortados y perderá fuerza el impulso que tendrá que darle el gasto público a la economía.
Gastar a manos llenas cuando las necesidades de financiamiento de la nación a mediano plazo crecen entre $90 y $120 billones anuales para cubrir responsabilidades de mayor gasto social, cuando la deuda aumentó el 20,4% y se ubica en $94,5 billones, cuando el costo de las reformas no está contemplado en el PGN porque es por todos conocido que su cálculo puede costar alrededor de 1 punto adicional del PIB anualmente1 y cuando no se deja espacio fiscal para maniobrar futuros compromisos de la nación con los colombianos, no es pensar en un presupuesto equilibrado.
El país no pasa por un buen momento económico, la industria manufacturera sufrió una caída del -7,2%, mientras que el índice industrial cayó -3,6%, el índice de seguimiento a la economía mostró un claro ciclo al tener un crecimiento interanual de 1,2% frente a 7% del 2022, mientras que en lo corrido crecimos apenas 0,3%. Todos los sectores productivos a excepción de agricultura, mostraron indicadores a la baja, en especial industria y construcción que cayeron -5,2%. La caída vertiginosa de ventas en construcción del 57%, un efecto inflacionario de ajuste lento del 11,43%, tipo de interés del 13,75%, baja confianza del consumidor del -18,8% respecto del año anterior, y una alta incertidumbre por parte del sector productivo, sin mencionar que Colombia sería la quinta economía con peor crecimiento en América Latina.
Este presupuesto que hoy se somete a discusión de las comisiones económicas, tiene un monto importante, mayor en 80,6 billones, (502,6 Bill) con un nivel de inversión de 99,4 billones y una concentración del 61,7% en funcionamiento junto al 18,6% en deuda. Aunque la inversión parece alta, el efecto neto en el crecimiento económico no se ve, es decir, no está especificada para un conjunto de alternativas de reactivación económica que contemplen la movilización de capital en nuevas inversiones, apoyado por el sector privado.
En la ponencia presentada a este congreso se especifica el privilegio del gasto social como multiplicador de la economía, sin embargo, no hay nuevos planes o proyectos innovadores, por ejemplo, destinar más de 11,5 billones a un ministerio de la igualdad con una alta carga burocrática no es gasto social eficiente, en cambio sí se vuelve estéril en el plano productivo impidiendo generar nuevos empleos, mayor productividad y crecimiento económico.
En el plano sectorial, la ausencia del presupuesto regionalizado limita al Congreso de la República en el conocimiento de la información detallada a nivel regional, de nada sirve mostrar la inversión si no se tienen los sectores desagregados a nivel territorial, no vimos el regionalizado con suficiente tiempo en nuestra discusión.
Finalmente, requerimientos adicionales por 31, 1 billones para los distintos sectores no fueron posibles. En su lugar, se redistribuyeron 1,6 billones, los cuales se trasladan a inversión (99,4 billones), pero no se realizó ninguna redistribución que cumpliera el requerimiento de vivienda en 1 billón y salud por 5,7 billones.
Seguimos en el mismo propósito de llevar empleo, ingresos y oportunidades a todos los colombianos, sin embargo, la confianza en el gasto social como multiplicador de la economía se ve reducida por la falta de direccionamiento de los recursos a actividades plenamente productivas, hacemos un llamado a que gastar más no es igual a más bienestar, puede ser en cambio perjudicial para cumplir la demanda creciente de un país con su capacidad productiva apagada.
Es por estos aspectos puntuales que soportamos nuestra posición sobre la aprobación de un espejismo presupuestal para el año 2024 y los que sufrirán más son los sectores productivos que el gobierno ha visto como enemigos desde el inicio de su mandato.
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