Escuela de paz y poesía (reseña)

    Plebiscito

La atrofia del ser humano

Es la incapacidad de ver la paz

Que tiene en frente

Estiven Ríos

 

La Escuela de Paz y Poesía es un proceso pedagógico que se desarrolla en la Normal Superior Mariano Ospina Rodríguez del municipio de Fredonia y que articula el lenguaje y la literatura con la cátedra de paz. El objetivo de esta iniciativa es propiciar la construcción de cultura de paz desde el ejercicio poético. “Existen más palabras para la guerra que para la paz, por eso es pertinente y necesario crear un lenguaje de paz”. Con estas palabras los docentes Luis Fernando Sierra y Edwin Rendón le dan apertura a esta antología de poesía, ganadora de la convocatoria pública en cultura y patrimonio en el 2017, auspiciada por la Gobernación de Antioquia y en la cual, más de cien estudiantes expresan su sincero sentir frente a la paz, pero también frente a la guerra. En sus páginas hay letras de dolor, pero también de esperanza. De miedo, pero también de amor:

 

Infancia con helicópteros

Trataba de ser una niña

En un país en guerra,

Jugaba con mi hermana

Cerca de la casa

De árboles de naranja.

De repente,

En el cielo de la montaña,

Como pájaros,

Volaban dos helicópteros.

Empezaron a disparar

Nosotras nos movíamos agazapadas

Debajo de los palos de café.

Esas balas no me alcanzaran jamás,

Sobreviví para vivir en un país en paz.

Paola Urrego Lora.

 

Fredonia es un pueblecito del suroeste antioqueño, enquistado entre montañas, sembradas de café, llena de gente amable y fiestera, es la cuna del escultor Rodrigo Arenas Betancourt, del escritor Francisco Nacianceno Gómez Escobar “Efe Gómez” y del catedrático Julio César García, fundador de la Universidad La Gran Colombia. Pero la cultura y la idiosincrasia no escapan a la violencia; este municipio, según el reporte del Registro Único de Victimas (RUV) a 2018 tiene unas 1.366 victimas registradas, una cifra nada desdeñable si se tiene en cuenta que nunca ha sido considerado un territorio de guerra o zona roja. Por eso, muchos estudiantes de la Normal Mariano Ospina, en su mayoría de origen campesino han sufrido de un modo u otro los coletazos de la guerra:

 

Carta al amado

Amado mío,

Te espero con el corazón destrozado por la guerra

Como la madre que perdió a su hijo

Amado mío,

Las lágrimas corren por mi cara

Como la sangre del guerrero

Que luchó por la paz.

Amado mío,

Siento la soledad del niño

Que quedó huérfano por la bala perdida.

Amado mío,

Mi corazón te espera

Como el cauce al rio.

Jenny Carolina Velásquez Espinosa

 

Hay poemas desoladores, que sollozan, que invitan al llanto, que narran y se lamentan. Que son una radiografía de lo que se lleva dentro. Que son letanías y a la vez catarsis:

Amiga que abruma

Noche desconsolada

Como cuando llueve.

Lluvia ácida,

Clamor de muertos.

Dolor encarcelado,

Arraigado en las entrañas.

Socavón impecable de la guerra,

Callejones repletos de sangre.

Un sol triste, rostro moreno

Marcado por lágrimas.

Te pido,

Amiga muerte

No arranques

El corazón inocente.

Manuela Giraldo Gómez

 

Otros en cambio son poemas de resiliencia, que invitan a levantarse, a seguir luchando, a tener fe. Poemas de aliento y de resistencia:

Aquellos que resisten

 Aquellos que trabajan, día a día, sin ver ningún resultado.

Aquellos campesinos desplazados de sus tierras.

Aquellos obreros explotados en su trabajo.

Aquellos líderes sociales perseguidos.

Aquellos que viven con la esperanza de paz en el corazón.

Aquellos indígenas a quienes arrebataron sus riquezas.

Aquellos maestros que el Estado no valora su profesión.

Aquellos que son discriminados y ofendidos.

Aquellos artistas que son censurados por sus obras.

Aquellas mujeres que luchan por sus derechos.

Aquellos que resisten y construyen la paz.

María Camila Quintero Monsalve

 

Como la guerra no tiene fecha, no discrimina credo ni color, es necesario detenerme en este poema, un homenaje sencillo que una sobrina le hace a su entrañable familiar.  El 25 de junio de 1975 el sacerdote católico Iván Betancourt, conocido defensor de Derechos Humanos, que trabajaba en Honduras muere en la llamada “masacre de los Horcones” cuyo autor intelectual fue nada menos que el terrateniente paramilitar José Manuel Zelaya Ordoñez, padre de Manuel Zelaya Rosales, Quincuagésimo tercer presidente de Honduras, (destituido por un golpe de estado orquestado por Roberto Micheletti). La muerte del padre Betancourt causó gran conmoción en el país, pues era un personaje carismático y bienquerido por el pueblo.

 Sembrador de paz

Mi tío,

El padre Iván Betancourt,

Sepultado en un pozo de cuarenta metros,

Sembrador de paz,

Odiado por los poderosos,

Amado por los campesinos e indígenas.

Después de tantos años de tu martirio

Encuentro tus palabras

Un legado de sabiduría y valentía

Para construir un país en paz.

María Isabel Betancourt Luján

 

La construcción de paz es un proceso del cual se tiene que empoderar la sociedad civil, las instituciones públicas y privadas son las responsables de restaurar el tejido social. La educación es el arma con la que se deben derrotar los regímenes, la palabra debe ser la mejor herramienta para combatir.

Quiero cerrar esta breve reseña, que mas que reseña es un homenaje a los docentes y estudiantes ganadores de esta convocatoria con este sencillo pero diciente poema de Ana Milena Álvarez, no sin antes felicitar a cada uno de los jóvenes escritores, por sacar lo mejor de sí, de una forma tan sobria y tan sincera:

Puente

Termina la pesadilla,

Una respuesta a la esperanza.

Sueño un país en paz.

Donde sea posible cruzar por el puente

De la reconciliación.

Ana Milena Álvarez Montoya

 

Jorge Diego Mejía Cortés

Coordinador de la Tertulia Literaria U de A. Docente Normalista. Politólogo Universidad de Antioquia.