Es maquiavélico pensar qué…

Puesta en escena, desencadena las furias horrorosas que, de tal daño, es apenas comprensible que la precedan, carácter insumiso propio de las hembras poderosas y por ende traicioneras.


Apenas ayer quemaban las calles y los precios declararon que unos cuantos son capaces de aniquilar la tranquilidad y sacar provecho de la vil condición humana que se agita en la guerra, sistemáticamente en la frustración de la Nación operan, sienten odio y sienten hambre, piensan que están listos para la venganza tras la fractura de los propios ideales. A ella la impotencia del secuestro de los próximos alcances le enseña, macabros sometimientos otra resentida interioriza hasta notarse maestra.

Enigmas del poder.

Un imbécil podría creer que, sin carisma y por estadista, en esta violenta finca su mensaje se haría entender, ante la inteligencia se buscan lugares comunes para cualquier atisbo de sensato levantamiento aplastar y una salida pacífica entorpecer, se preferirían brutas porque no se temería de purgas abortando lo que en sociedad no debería crecer. Nunca hubo treguas porque nada cesa de doler.

Desde aquél “NO” desoído, muy poco va bien. Desestabilización y decadencia en política, infiltrada por criminales que legitiman sus formas del terror con cuestionables riquezas aprobadas como burocracia de fanáticos castrados para creer. Degradaron, asesinaron, la ruina deleznable cuando ya no se tiene otra ruta que coronarse sobre la brutalidad que no señale el inhumano desprecio con que se imponen regímenes carentes de fin, esencia, fe. En el monte la mierda es abono, democráticamente se puede comer.

Fórmula militar, simpatía de vecino dictatorial; Colombia suena a mamás. Pueblos enardecidos y embriagados caminan cojos a un horizonte que observan tuertos, agobiados por sus propios gritos mudos a sordos que corren anunciando que correr es el siniestro. El trabajo sucio para seres impuros que desde anoche el mundo acepta, reconocerles gobierno para concederles el lamentable placer de la lucha y el duelo como estatus y proeza, ciudadanas por aterradores y conmemorables sucesos que las rescataron de ser propiamente ajenas.

¡Jaque! Revisar la historia, la narrativa hay que tergiversarla y legitimarla, caídos a merced de la pólvora vuelven con palos y piedras, disciplina que anida en la religión de un Estado carente de Dios, de ley y de tierras. Calma, escasa como el mayor bien, hay quien con razones intempestivas demostrará que esto es un fracturado ajedrez, que los Reyes existen porque los peones les son fáciles de tener.

Necesariamente había y hay que joder. Una amenaza latente y el escenario propicio para socavar el fuego bajo la impotencia y el desinterés, las mentiras son tan prolíficas que funcionan como gasolina ante el mínimo cerillo que un tuit “fraude” pueda encender, el plan va funcionando sociópatamente bien. La tibieza es si acaso aceptable por el desprecio tendencioso que se hace del varón disparando sin temer, quién cobarde entre víctimas hembras con la posibilidad de ejercer autoridad moral para exterminar hasta que machos fuertes piensen que su ideología no justifica la muerte, otra vez y otra estúpida vez.

Patria de sed.

Conciertos de criminal prudencia engendran guerrillas que minan sueños para bombardearlas con mediocridad y avidez. Otras, incontenibles vencedoras pese a su propia piel, resuenan sus dialécticas femeninas que protagonizan resistencias donde la muerte se erotiza, animales políticos, van tras leones que cazan a sus propias crías mientras bendicen sus garras y al agarrado también, porque la carne con la que ayer procrearon, hoy se la van a comer.

Eufemismos de la vida.

María Mercedes Frank

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