Muchas personas en las redes sociales se han puesto a la tarea de averiguar, leer y sacar conclusiones de lo que está pasando en Hidroituango. Muchos alzan la voz en defensa del medio ambiente, el territorio, los líderes sociales y los procesos que no se tuvieron en cuenta al momento de construir la presa. Eso hace parte de lo que se está evidenciando en cientos de comentarios sobre la crisis, unos de manera fácil han sabido “caerle al caído” y otros quedan estupefactos al ver las imágenes en televisión sobre el peligro en una zona del país que hasta hace 2 semanas ni sabían que existía.
Ituango lleva muchos años hablando de la construcción de la represa, yo recuerdo que hace más 15 años ya se escuchaba en la radio del municipio sobre el desarrollo que iba a generar la construcción de la mega obra, los años pasaron y hace menos de una década que el territorio se fue adecuando para la creación de Hidroituango, el proyecto energético más importante para el país, un país irónicamente representado por un Estado ausente y en ocasiones ilegítimo en este territorio.
Hidroituango representa para su población la posibilidad de tener vías de comunicación adecuadas para transportar sus alimentos, sus enfermos a otros centros de salud más capacitados y permitir esencialmente el flujo de personas y carga a Medellín de manera más oportuna, que antes se podían gastar en un viaje 9 horas de camino si todo “salía bien” y que todo saliera bien era un desafío porque en la topografía de la región, como en gran parte del departamento, predominan los cañones fáciles de derrumbarse, por otro lado, Ituango es un municipio azotado en gran medida por la violencia, era normal en un trayecto tener que descender del vehículo unas 5 veces mínimo para ser requisados por uno u otro grupo perteneciente al establecimiento o en contra de él.
También la represa se tradujo en una gran cantidad de empleos para jóvenes que no tenían oportunidades de continuar con su educación superior y de la misma manera se generó un mayor comercio para este municipio donde las palabras más comunes se volvieron la represa, EPM y “vamos pal´ Valle” corregimiento del municipio de Toledo y el poblado más cercano a la construcción.
Pero ¿en dónde quedó el medio ambiente, lo social y lo político? Muchas personas se manifestaron en contra del proyecto debido a la cantidad de terreno que se iba a inundar, destruyendo el hábitat para muchas especies de flora y fauna. También se escucharon voces en contra, por parte de los pobladores ancestrales de la región, muchos de los cuales vieron una excelente oportunidad de venta de sus terrenos a EPM, y más recientemente el movimiento Ríos Vivos se manifestó desfavorablemente del proyecto porque se comprobó que los habitantes habían enterrado en fosas comunes de la zona a personas víctimas de la violencia que fueron encontradas en el río.
Pero esas voces fueron muy pocas comparadas a los que se estaban beneficiando o en ocasiones buscaban en las manifestaciones mayores ofertas económicas. Esa es la dicotomía del progreso que nos obliga a arriesgar tanto por tampoco. Sí Ituango al igual que muchos municipios de Colombia hubiera tenido excelentes vías, oferta de empleo para sus habitantes, posibilidades educativas y mejores condiciones para los campesinos, tal vez el municipio no hubiera permitido la construcción de la obra, tal vez no se tendría a 113 mil personas que viven en zonas aledañas al río en máxima alerta y tal vez los 11 billones de pesos que cuesta el proyecto no estarían en peligro.
Nota: EPM no puede negar su culpabilidad y el tiempo nos dirá quiénes fueron los responsables en los improvisados cambios en los diseños para cumplir en los tiempos pactados con la entrega del proyecto, aunque tampoco se puede desconocer la inversión que la empresa insignia de los antioqueños generó en el territorio donde se beneficiaron a muchos pobladores de diferentes edades.