Entre comillas: memorias de mi triste Estado

Que suene otra vez la música en el trópico meridiano, un partido y una cerveza para competir en los tiempos del sol con alegría, en este epicentro donde la vida se abona con la muerte de una ley que la razón despabila. Bailando otra cumbia, helicópteros sobrevuelan la cocina, no habrá capturas porque pactos no se han dado todavía, pero validaciones electorales son las que hoy se están buscando tras la eventual cortina.

En la noche llegaron, ya ebrios todos son invitados, efímero momento como la historia que en estos tres días de matanza yo cuento casi cantando. Como en un teatro, nada va a quedar con un fin claro. Las fronteras son tan reales como los cuerpos despojados, razas se observan y como buenos pobres les discuten después de asesinados. El orden vestido de negro viene llegando.

Método fallido, Leviatán de caudaloso río continúa desgarrando ya saciado, las pirañas terminan la cena con el no nacido y su madre adolescente ejecutados. Dicen que al líder le tacharon con estigma su espíritu guerrero, sabio en su agónico lecho, gozaba su anunciada despedida en un gran festín para recibir el fortín de ser puente entre abismos enemigos tras el mismo negocio interesados.

Ráfagas atraviesan las mesas, esto no es nuevo, rumor de enfrentamiento; el olor a pólvora hace exótica una operación en una población que come porque ha cazado, ¿Cuánta inteligencia se requiere para acordonar a personas libres, apenas ciudadanos? Por ese mágico lugar, entre la selva de tres países, en la plata encontrado; transitan rifles, coca y tres grupos armados aparte de los dos Estados, ideológicamente líderes, contrastados ex hermandados. Comunidades ancestrales como campesinos a occidente van llegando, pero esta cosmovisión en el viejo mundo la están bombardeando.

Cinismo; la política es la guerra incesante acontecida de grupos humanos para sostener la constitución soberana de las mismas estructuras que someten desproporcionadamente a quienes alguna vez llamaron sus emancipados. Chivo expiatorio de falsos positivos que legitiman expropiar a exterminados indignando con miseria a sus hijos de toda raíz y suelo desheredados. En esta cueva se refleja un circo de espectáculo macabro, allá afuera la humanidad no vale medio centavo.

María Mercedes Frank

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