En toda casa se cuecen habas

“Da igual el idioma que se hable, el régimen político y la geografía del lugar, la constante es siempre la vulnerabilidad de ciertos sectores y el poderío de otros”


Me gusta mirar noticieros de distintos países. Creo que pensar en un mundo globalizado va mucho más allá de tener la posibilidad de escuchar la misma música que alguien que vive a 10.000 km de distancia, o darle like en un celular de Groenlandia una publicación de instagram hecha por un cantante  de Nueva Zelanda.

Pensar en la globalización es también  poder ver ciertos fenómenos en su real dimensión, observarlos desde todas sus aristas .

Uno de estos “temas” es la vulneración de derechos.

En Argentina, más del 50% de los niños y niñas son pobres. Pero creemos que es algo nuestro, un problema que padecemos sólo nosotros y un puñado de países en vías de desarrollo.

En Turquía, la población gitana tiene un índice de desempleo del 60%, número que triplica la media de la población general.

En Paraguay hace unas semanas dejó de funcionar el sistema de bus gratuitos del IPS (organismo de asistencia y protección social). Un informe muestra a adultos mayores contando que deben ir caminando al médico, los vemos con sus basto es y su andar lento, y a una madre cargando sobre sus hombros a su hija adolescente con discapacidad.

Cambio de canal, una cantante rusa de la comunidad LGBT cuenta cómo tuvo que escaparse para no terminar presa.

En Reino Unido, entre 2021 y 2022 el porcentaje de personas que acuden a bancos de alimentos subió un 40%. Una joven embarazada desempleada relata que percibía un subsidio y las autoridades le notificaron que debía cumplir una contraprestación para seguir cobrándolo; cuando se presentó la declararon “no apta para el trabajo por embarazo avanzado”. Y le sacaron el subsidio.

En Italia, el partido gobernante de Giorgia Meloni concentra los votos del norte, que triplica el pbi del sur pobre. En ese país, un 5% de la población concentra una riqueza mucho mayor que la del 95% restante.

Vuelvo a cambiar de canal. Un informe recuerda el abrazo de la joven voluntaria española de Cruz Roja al inmigrante rescatado de un naufragio. Nunca supimos que fue de la vida del náufrago, aunque posiblemente esté nuevamente en su país de origen, padeciendo de la desigualdad y la pobreza.

Mi viaje a través de la “caja boba” llega a su fin. Lo que no termina es la injusticia en el mundo. Da igual el idioma que se hable, el régimen político y la geografía del lugar, la constante es siempre la vulnerabilidad de ciertos sectores y el poderío de otros. Otros que podrían cambiar las condiciones pero no tienen la decisión política. Son los vulnerables de los que dependen para los actos eleccionarios (o para los golpes de estado, en algunos casos), los que aparecen en todos los discursos pero desaparecen de las agendas.

No, la desigualdad no es patrimonio exclusivo de nuestra vapuleada América Latina. Como decía mi abuela, en toda casa se cuecen habas. Pero tal vez sea el momento de apagar el fuego, de mirar el interior de las ollas, y hacernos cargo de la parte que nos toca.


Todas las columnas de la autora en este enlace: https://alponiente.com/author/kinsaurralde/

Karina Alejandra Insaurralde

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