¿En qué momento se jodió Colombia?

Decía en su libro, el escritor Plinio Apuleyo Mendoza, que Colombia se jodió desde el 9 de abril de 1948, esto puede ser cierto en alguna medida, pero no podemos olvidar que este país sin historia, pero poseedor de una historieta, ha sido siempre la cuna de muchas cosas negativas. Si vamos adelante en el tiempo, cada momento histórico que hemos vivido, ha sido un paso más en esa larga senda de corrupción y muerte.

Tras treinta y ocho años de una guerra contra las Farc, un porcentaje de la ciudadanía decidió que era el momento de una mano fuerte, olvidando, no conociendo o quizá no recordando lo que fue el gobierno de Turbay Ayala, ese porcentaje voto por una propuesta que bien se sabía venía de la mano del paramilitarismo y que tras muchos años de arduas investigaciones se ha venido reconociendo la relación de quienes fueron los artífices de esta candidatura, también fueron los aliados de las autodenominadas Autodefensas.

Con promesas de acabar con la guerrilla y la guerra, Uribe Vélez llegó a lo que se conoció en el argot delincuencial, como la Casa de Nari. Un lugar que se convirtió en la guarida de abogánster, parapolíticos que llegaron al Congreso con el apoyo de los paramilitares y claro, de los funcionarios que pusieron los grupos de los Castaño en el Gobierno Nacional y en muchos regionales.

Durante este gobierno, que torció la Constitución para quedarse cuatro años más, el pueblo que tan solo tenía en su haber la tierra de las uñas celebraba que podía volver a las carreteras, que ya la guerrilla no los extorsionaba, repitiendo como loros los mensajes que a diario enviaba, doña Vicky Dávila, don Arizmendi, don Yamid, doña Darcy y por su puesto don Julito, todos ellos desde la comodidad del microfonero prepago y acostumbrados por siempre a pasar a manteles con quienes han ostentado el poder en este país.

Con la llegada de Santos todo siguió igual, nada más que de forma ágil y tras perder el respaldo de Uribe, para su reelección le propuso al país nacional, la paz, propuso un acuerdo con las Farc, lo que le permitió quedarse en la presidencia cuatro años más y ganarse un Nobel. En esta gesta logró el apoyo de los sectores de izquierda, que decidieron denominarse progresistas, para desmarcarse del ‘san benito’ que traían a cuestas las guerrillas que desde hace mucho habían perdido el norte político.

Dieciséis años transcurrieron y muchas pensamos que todo debía cambiar, pero se inventaron a un bobolón que jugaba a la pelota, raspaba guitarra, bailaba y hacía trucos con cartas, contaron con el apoyo del “centro bienpensate”, que no es más que una derecha con jeans y lo pusieron para que le hiciera caso al capataz Uribe y su recua de fanáticos goebbelianos, que van sin vergüenza alguna adoctrinando a cuánto débil mental encuentran para sumarlo a sus filas, sin importar su procedencia, ya sean negros, judíos o maricas.

En una acción desesperada salen a atacar a su títere para ver si así logran engañar al pueblo, que vio como durante los últimos cuatro años quebraron 600 empresas, como la gente se está muriendo de hambre, como aumento la inseguridad, como la inflación no permite comer, ese pueblo que ve como los viejos que no cotizaron a pensión, pero han trabajado toda su vida hoy se mueren en las calles, bajo la mirada cómplice de un Estado mezquino.

Ese uribismo indolente y los que se creen dueños del país ponen a sus microfoneros a lanzar frases incendiarias como “Nos van a volver como Venezuela”, nada más alejado de la realidad, pues ya estamos como esa Venezuela que todos críticas, con inflación desbordada, con el poder judicial cooptado, como los órganos de control, y una prensa arrodillada por temor o por pauta.

No podemos pasar por alto, que en este momento se está jodiendo más Colombia, pues el señor Alexander Vega, el funcionario que con artimañas llegó a dirigir la Registraduría Nacional del Estado Civil, permitió, al estilo de los grupos delincuenciales,  que dos personas participaran con sus alias en unas elecciones que deben ser transparentes, con principios éticos y honestos. Nada más alejado de la honestidad y la pulcritud moral que usar el alias para confundir a la ciudadanía y así lograr captar votos.

He revisado varios documentos y en todos aparece que para ser candidato a cualquier cargo, el/la ciudadano/a debe presentarse con el documento de identificación para hacer su inscripción y es claro que con el nombre con el que aparece en su cédula de ciudadanía y en los archivos de la registraduría aparecerá en el tarjetón, cosa que no paso y en la Consulta de Equipo por Colombia, donde se presentaron dos candidaturas con alias, uno alias “Alex” Char y el otro alias “Fico” Gutiérrez.

Si en un país que ha sido víctima de la violencia, que fue testigo de como asesinaron a 6402 jóvenes y los hicieron pasar por guerrilleros con alias, un país que fue testigo de falsas desmovilizaciones  de guerrilleros con alias y paramilitares con alias, un país que fue testigo de como ingresaban a la casa donde reside el presidente paramilitares con alias por el sótano, hoy permite y guarda silencio ante este hecho que trasciende el mal chiste y el mal gusto, está condenado al fracaso.

Si este país no exige a una sola voz que la consulta ilegal e ilegítima de Equipo por Colombia sea anulada y, por lo tanto, la elección de Federico Gutiérrez “alias Fico”, estaremos marcando un hito en la historia de este país, el momento en que permitimos que la delincuencia, que se esconde tras un alias abiertamente compita en las elecciones.

Entonces podremos ser testigo del momento histórico en que se acabó de joder Colombia.

Gabriel Benavides

Padre de Laura, Federiko y Lukas. Soñador. Con la puerta de la curiosidad siempre abierta.
Lector.
Editor de vengalecuento.com, medio alternativo, ya no está activo.
Editor de visionud.com, revista universitaria.
Consultor de Hewa Consultores - Agencia de Comunicaciones

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