En Macondo no ha pasado nada. Este es un pueblo feliz

El pasado martes, mientras la atención del país estaba centrada en el partido entre Colombia e Inglaterra, fue asesinado Luis Barrios, líder comunal en Palmar de Varela, Atlántico. Según datos de Indepaz (Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz), después de la firma del Acuerdo de Paz entre el Gobierno y las Farc en 2016, han sido asesinados 302 líderes sociales y defensores de derechos humanos en el país. En promedio, se ha registrado un asesinato cada cuatro días.

Si bien esto ya ocurría en tiempos de conflicto con las Farc, la situación ha ido empeorando. Tanto, que en lo que va de este año, 120 líderes han sido asesinados, según un informe de Indepaz, Marcha Patriótica y la Cumbre Agraria. El 81,5 por ciento de las víctimas pertenecían a organizaciones campesinas, étnicas y Juntas de Acción Comunal. Y entonces, ¿qué vamos a hacer como país para que esto pare?

El Mundial de Fútbol, evento importante para muchos países – incluido el nuestro – cada cuatro años, es sin duda el mejor espacio para apreciar, durante un mes, a las selecciones más sobresalientes del planeta. Es algo que nos permite, al menos por unos días, unirnos y olvidar nuestras diferencias. Y eso, en mi opinión, es maravilloso. Sin yo ser la más especialista en fútbol, me sentí muy a gusto viendo cómo Colombia participaba en este certamen, llevándonos a soñar – al menos por unos días – con ser los campeones del mundo.

No tengo nada contra el fútbol. De hecho, considero que los deportes – a pesar de las instituciones corruptas que hay detrás de ellos – son herramientas transformadoras que, bien utilizadas, les permiten a muchas personas en diversos países desarrollar habilidades, destacarse y salir adelante. Sin embargo, hoy sí tengo que mostrar mi indignación. No con el fútbol ni con los deportes, sino con los medios de comunicación.

Todo el tiempo, me cuestiono lo que diferentes medios masivos realizan con los contenidos que difunden. Pasa en la radio, en la prensa y en la televisión. Los medios de comunicación más importantes – y no solo en Colombia – tienen unos lineamientos que definen sus posturas y posiciones frente a diversos hechos noticiosos. Eso es válido. El problema aparece cuando estos medios, manejados por las élites, censuran, omiten o mienten con las informaciones que difunden, perjudicando a muchas personas que, sin criterio alguno, creen todo lo que ellos dicen sin analizar sus contenidos.

Valoro de corazón, todo lo que la Selección Colombia hizo en el mundial. El solo hecho de llegar a este torneo, ya es un logro para un equipo de fútbol. Sin embargo, repudio el nivel de relevancia que los medios de comunicación le dieron al regreso de la tricolor. Me da asco ver cómo, en diferentes medios impresos, radiales y televisivos, le dieron más importancia al regreso de la Selección que al asesinato de líderes y lideresas sociales, mientras que en Argelia, Cauca, siete personas fueron acribilladas, al parecer, por enfrentamientos entre bandas criminales.

Después de las elecciones presidenciales del pasado 17 de junio, han sido asesinados en el país 22 líderes sociales. La Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos en Colombia, considera que estos asesinatos resultan de la presencia de grupos armados al margen de la ley, tales como el Eln y bandas criminales, en territorios donde anteriormente las Farc tenían el control. Al desaparecer este grupo armado, los habitantes de estos territorios son más vulnerables a la llegada de otros actores armados. Según Indepaz, los principales motivos en la mayoría de estos asesinatos, son los conflictos por tierras y recursos naturales (minería ilegal y cultivos ilícitos).

Nuestro presidente electo Iván Duque ya se manifestó. Dijo que estará “trabajando intensamente” por la protección de todos los líderes sociales y políticos, y porque se pueda avanzar con rapidez en la investigación, para que los responsables sean llevados a la justicia y tengan una sanción ejemplar. Pues esperemos que esto pase, porque a pesar del esfuerzo que muchas organizaciones y comunidades hacen en todo el territorio nacional, que en realidad es muy valioso, mucha sangre se sigue derramando por la ausencia e inoperancia de los gobiernos de turno.

Como colombiana, exijo respeto por la vida de los líderes, lideresas y defensores de derechos humanos. Exijo que los colombianos no seamos indiferentes a estas muertes. Exijo que los medios de comunicación dejen su cinismo y muestren lo que pasa en los territorios, en donde día a día, mueren compatriotas por hacer el bien, al liderar procesos sociales que defienden los derechos de sus comunidades. Y anhelo, con todo mi ser, que en este pedazo de mundo, las personas puedan convivir, a pesar de sentir y pensar diferente.

“En la noche, después del toque de queda, derribaban puertas a culatazos, sacaban a los sospechosos de sus camas y se los llevaban a un viaje sin regreso. Era todavía la búsqueda y el exterminio de los malhechores, asesinos, incendiarios y revoltosos del Decreto Número Cuatro, pero los militares lo negaban a los propios parientes de sus víctimas, que desbordaban la oficina de los comandantes en busca de noticias. ‘Seguro que fue un sueño’, insistían los oficiales. ‘En Macondo no ha pasado nada, ni está pasando ni pasará nunca. Este es un pueblo feliz’. Así consumaron el exterminio de los jefes sindicales”. Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

#NosEstánMatando

Leidy Joana Burgos Rojas

Comunicadora Social – Periodista. Me reconozco como una mujer preocupada por lo que ocurre en diversas sociedades, especialmente, en las latinoamericanas. A favor de las igualdades y en contra de las hegemonías culturales.