Hace algunos meses Guayaquil se convirtió en el foco de contagios del virus Sars-coV 2 en Ecuador. Las imágenes de difuntos arrumados en los hospitales y calles del puerto fueron noticia a nivel mundial. La situación era crítica, las cifras oficiales llegaron a reportar 500 muertes diarias.
Mientras esto ocurría, Jesús Antonio Olivera Suárez, un colombiano que hace 18 años vive en Ecuador, observaba el cambio drástico que ocurría en su vida y en su entorno. Fueron varios los cambios que tuvo que adoptar tras la ola de contagios y muertes en Guayaquil, entre estos está el cambio de trabajo. Jesús se desempeñaba como latonero, pero forzado por la difícil situación, tuvo que buscar alternativas y finalmente optó por vender cloro en las calles.
Con voz muy pausada, relata que fue vendiendo cloro en las calles de Guayaquil que se contagió de coronavirus, hace poco menos de 4 meses, cuando la situación se hacía más grave. Jesús Antonio vive con su esposa y ella también contrajo la enfermedad, al igual que su hijo, pero a pesar de los fuertes síntomas, nunca asistieron a un centro hospitalario por el temor que esto les generaba.
Su familia en Colombia, estuvo a la espera de noticias durante días, la preocupación fue mucha. “Mi abuelo se sentía con el pecho comprimido, y la verdad era muy poco lo que sabíamos desde Colombia” afirma Laura Olivera, nieta de Jesús Antonio.
¿Cómo vivió usted la crisis ocasionada cuando Guayaquil se convirtió en el foco de contagios del covid-19 en Ecuador?
Yo no podía salir a mi trabajo, yo soy enderezador de carros, porque no se podía viajar, el transporte se detuvo, eso fue un despelote terrible. Entonces para poder conseguir para la comida me puse a vender cloro en un triciclo, y fue así como vi que la gente comenzó a caer en las calles por el virus, yo veía que la gente corría y gritaba cuando se les morían sus familiares. Cuando vi eso me vine para mi casa y me encerré y ahí fue cuando me cogió. Me imagino que cuando venía para la casa ya venía con el virus, y ahí me contagie.
Esto aquí era muy impresionante, al sur de Guayaquil la pandemia pegó más duro. Un día estábamos en la etapa más tremenda de la epidemia y aquí cerca a mi casa hubo 7 muertos en un mismo día, la gente iba caminando y al momento se les atajaba la respiración y comenzaban a brincar en el piso y quedaban ahí y ya “hasta luego” no había tiempo de nada. En el hospital Guasmo, un hospital cercano, trabaja una ahijada mía, y la gente decía, a mí no me consta, que llegaban a salir de allí 40 muertos diarios.
¿Personas cercanas a usted murieron, vio morir personas en las calles de Guayaquil?
Familiares no, amigos sí. Algunos cayeron por la epidemia. Inclusive aquí en la casa donde yo vivo una señora mayor de 90 años se contagió y no le dio tiempo de nada, se la llevó rapidito. En las calles yo veía la gente como corría y gritaba, lloraban y observaba cómo caían, yo lo viví en carne propia, como dicen los periodistas.
¿Qué sintió cuando se dio cuenta que era positivo para covid-19?
Esa vaina es terrible porque lo primero que le pasa a uno es que pierde el olfato, el apetito, llegó un momento en el que ya no pude comer. Dolor de cabeza, de huesos, una fiebre de más de 40°, se me formaba un nudo en la garganta y una sensación de ahogo. Gracias a Dios los medicamentos caseros fueron los que me sirvieron a mí, yo siempre he manejado los medicamentos naturales, eso me favoreció. Yo me encerré en mi casa y no salí durante 60 días.
¿Qué tipo de medicamentos hizo usted?
Los medicamentos caseros que siempre use fueron jengibre con limón, canela, gárgaras de sal o de vinagre, eso me sirvió bastante, el jengibre con hierba Luisa (cedrón). Yo hacía grandes cantidades, y tomaba con eso. Ya después me pusieron suero con vitaminas y eso me paró, pero aún… imagínese cuánto tiempo hace ya, y todavía tengo dolor en las rodillas y en los huesos que no desaparece.
Mientras estuvo en su casa 60 días, ¿cómo cambió su vida y la de las personas que viven con usted?
Yo vivo con mi esposa y ella prácticamente tiene casi la misma edad mía, ella tiene 63 años y yo 65. A ella también le dio pero le dio muy suave, se enfermó primero que yo, presentaba dolor de cabeza, fiebre, vómito, y diarrea.
Ya cuando la epidemia estaba pasando un poco, en el hospital del Guasmo habían dos contenedores con 133 muertos que no pudieron identificar, porque la gente entraba muchas veces por una gripe o dengue y de una vez se contagiaban de la epidemia y allá quedaban, allá morían. Cuando iban los familiares a buscarlos nunca los encontraban.
En el momento en que usted se contagió ¿cómo le dio la noticia a su esposa, y a su familia que vive acá en Colombia?
Yo casi no hice alarma por mi enfermedad, porque lo tomé como si me hubiera dado un dengue. Incluso a mi hijo que vive a dos cuadras, le dio también el coronavirus y yo veía como él sufría, porque él sí sufrió bastante con esa enfermedad, a él lo cogió más débil y caía al piso por falta de aire.
El pedía que lo llevaran al médico porque con frecuencia se quedaba sin respiración, pero gracias a Dios nunca lo llevaron, porque hubiera sido un caos. La gente llegaba al hospital y no volvía a salir, allá le buscaban su cama y así como lo ubicaban así moría. No había médicos, ni medicamentos, para atender los enfermos, fue bastante la gente que llegó. Nosotros usamos el remedio casero el eucalipto, limón y todo con eso nos paramos.
Entonces mientras usted estuvo enfermo, ¿nunca fue a un hospital ni recibió atención médica?
No, yo no quise. Mi hijo me decía que fuéramos al centro de salud, pero no quise. Yo decía que prefería morirme en la casa que ir por allá. Incluso en los noticieros uno veía los hospitales como una carnicería: los muertos arrumados.
Yo tome algunos medicamentos que me dio una ahijada que es médica general, ella me extendió la mano y me puso suero para poder mejorar y algunos medicamentos, porque yo estuve bastante débil.
¿Usted, su esposa e hijo estuvieron contagiados al tiempo o hubo diferencia?
Siempre nos llevamos tiempo. A mi esposa fue la primera a la que le dio y a ella se le fue pasando, cuando a mí me dio ella ya estaba mejor, y cuando me dio a mí a las dos semanas siguientes le dio a mi hijo. Pero cuando él enfermó yo sí pensé que mi hijo se me iba, porque le dio muy duro. Hubo momentos en los ya no podía respirar, la esposa lo habilitaba y gracias a Dios nunca lo dejó solo.
Después de haberse contagiado, ¿qué piensa ahora de todo lo que ha causado este virus en Ecuador y Colombia?
Bueno pues, lo que pienso es que esto ocurrió por descuido de las autoridades, porque si ellos tuvieron mucho que ver con tantas muertes que hubo, porque no tomaron las medidas necesarias con la gente que ingresaba, nosotros estamos en un puerto y en el puerto entra mucha gente del exterior. Las personas que salieron y regresaban de Estados Unidos y China, trajeron el virus a Guayaquil. Yo veo que las autoridades fueron muy descuidadas en ese asunto.
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