El 16 de octubre 1914, sobre la calle séptima de Bogotá dos artesanos enfurecidos acabaron a hachazos con la vida de Rafael Uribe Uribe, en la misma calle, pero en su intersección con la Jiménez el 9 de abril de 1948 otro hombre humilde, Juan Roa Sierra acabó a tiros con la vida de Jorge Eliecer Gaitan. Los pueblos muchas veces no escogen donde ocurrirá su historia, pero la carrera 7ma, por la que tanto hemos marchado y en la que precisamente el presidente Petro realizó su discurso el pasado 7 de junio. Puede ser entendida como una línea del tiempo de la violencia política en Colombia, la historia de una clase política, que solo defiende la democracia cuando le conviene.
Los hitos de la historia de Colombia están atravesados por la violencia política, la hegemonía política, casi siempre de la derecha, ha provenido de la violencia contra los agentes de cambio. Petro es el primer presidente que tenemos con una agenda de Cambio en nuestro periodo histórico, entre otras cosas, porque en la coyuntura política fue el único que pudo llegar con vida a las elecciones presidenciales.
Aunque algunos presumen de la “democracia mas estable de Latinoamérica” esa estabilidad ha dependido de que un sector de la política, el mas reaccionario y que ha utilizado el poder del Estado para generar grandes fortunas privadas, no ha permitido que haya gobiernos disidentes para “tener” que interrumpir la democracia. Con excepción de Cuba, los golpes de estado en Latinoamérica los ha dado la derecha, los gobiernos militares con desapariciones institucionales, la derecha latinoamericana ha usurpado las instituciones cuando lo ha considerado necesario.
Hace días no escribía columna, pero las palabras del presidente ayer me conmovieron profundamente, de pie ante la gente en la línea histórica de la violencia política; la carrera séptima. Me conmovió porque ha sentido la soledad del poder y aunque mencionó a Pedro Castillo recordé a Salvador Allende, que murió en la soledad de su palacio esperando en vano a su pueblo.
El gobierno nacional tiene dificultades y tendrá más, los cambios en las sociedades son siempre turbulentos, pero debemos anunciarles a los profetas del desastre que nos falta mucho para que se nos baje la “fiebre” de cambio, el cambio que representa este gobierno no es un lapsus, es una bisagra histórica que nos llevará a un nuevo futuro.
Incluso si este gobierno se equivoca y es derrotado en su apuesta de cambio, ya habrá cambiado la historia y los colombianos que lo elegimos mayoritariamente tenemos el derecho a que gobiernen, incluso si se equivocan. Confió en que el cambio va a triunfar, todas mis fuerzas emocionales, físicas e intelectuales están al servicio de que el cambio ocurra.
Nunca mas los desamparados de Colombia estarán solos, defender el programa del cambio es promover el triunfo de la vida sobre la muerte. Lo que significa Petro, que se mantiene vivo en un país donde han acribillado el cambio. El gobierno de un hombre como Petro es un triunfo de la vida en sí mismo.
Estaremos siempre en las calles, para borrar con alegría la huella de sangre que el viejo poder ha impregnado en nuestra historia. No esta solo presidente, aquí esta su pueblo.
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