“Yo creo que los colombianos tenemos que aprender a ceder y lograr comprender que, si el país está bien, a todos nos irá bien; creo que llegó el momento en dejar de pretender que la culpa siempre sea del otro y no aceptar la propia; creo que no tendremos el mejor acuerdo de paz, pero al menos lo estamos intentando; creo, en definitiva, en que podemos construir un mejor país, inclusive, desde todos los sectores.”
El Acuerdo de Paz, suscrito por el expresidente Juan Manuel Santos, ha sido, sin duda alguna, la política nacional más controversial en los últimos años. El pacto entre el estado colombiano y la extinta guerrilla de las FARC, supusieron, en cierta medida, la tan anhelada paz para los colombianos. No obstante, durante el camino se tuvieron muchas dificultades, por ejemplo, que gran parte de la población pretendía que a los alzados en armas se les combatiera con el Ejército Nacional, que se rumoraba en las calles que se le iba a entregar el país a la guerrilla, y que ahora sí nos íbamos a volver como Venezuela. Pero, a fin de cuentas, creo yo que el mayor inconveniente que se le presentó al expresidente Santos, fue haber tenido que tomar una difícil e incluso arbitraria decisión, la cual fue inclinarse por el todo hacia la paz, so pretexto de que la voluntad popular, mediante plebiscito, dijo NO con el 50,2% del resultado, materializando así todo lo que en se decía en las calles.
La persistencia del expresidente Santos hoy en día no se ha traducido en nada, gracias a que, desafortunadamente, el gobierno anterior no tuvo como prioridad el convenio realizado con los insurgentes. Sin embargo, se quiere resaltar la misma, puesto que ha traído consigo la ferviente esperanza de que después de más de 60 años haciéndonos pedazos, podremos tener un país para todos y todas. Es bien sabido que desconoció lo que el pueblo sufragó, pero también es conocido que no podemos seguir haciendo de nuestra patria un campo de batalla.
Haberle apostado todo a la paz significa poder redignificar comunidades nunca antes escuchadas, traer consigo relatos y secretos que yacían guardados, buscar cómo solucionar de fondo y no superficialmente el problema, reintegrar a quienes decidieron salirse del marco de la legalidad, reivindicar las riendas de un Estado muy débil, y, quizá lo que más me impresiona, darle cumplimiento al artículo 22 de la Constitución, donde se asevera que la paz es un deber y un derecho de obligatorio cumplimiento. La paz, dirán algunos, es algo interior, pero eso no implica que lo exterior me perturbe para no poder lograrla.
Yo creo que los colombianos tenemos que aprender a ceder y lograr comprender que, si el país está bien, a todos nos irá bien; creo que llegó el momento en dejar de pretender que la culpa siempre sea del otro y no aceptar la propia; creo que no tendremos el mejor acuerdo de paz, pero al menos lo estamos intentando; creo, en definitiva, en que podemos construir un mejor país, inclusive, desde todos los sectores.
Claro que sí Allan la paz es algo que viene desde nuestro interior y no puede ser impuesta por un artículo, sin embargo deseamos que en algún momento las victimas y las familias de las victimas de esa violencia que se vivió y aún se vive. Puedan llegar a esa paz tan anhelada que hará un cambio en ellos y se verá reflejada en toda la sociedad. Cortar la cadena del rencor y la venganza para un bien propio.