Desde las 8:00 p.m. Filarmed realizará un concierto en el Teatro Metropolitano que contará con la participación de esta flautista.
El de hoy es un día emocionante para la flautista antioqueña Elizabeth Osorio. Y no es para menos, ya que cuando pise el escenario del Teatro Metropolitano de Medellín José Gutiérrez Gómez, desatará la magia con sus luminosas notas de flauta y quienes la escuchen vivirán un momento ensoñador.
Allí, junto a la Orquesta Filarmónica de Medellín, dirigida por el maestro chileno Francisco Rettig, interpretará el Concierto pastoral para flauta del compositor español Joaquín Rodrigo, obra exquisita para el oído, pero bastante exigente hasta para el más aventajado de los flautistas.
“Más o menos me he estado preparando alrededor de un año porque es un concierto difícil de leer y me tomó tiempo poderlo tocar de corrido, por así decirlo”, afirma Osorio horas antes de presentarse en el Metropolitano, escenario en el que Filarmed también interpretará la Sinfonía No. 9 » La grande» de Franz Schubert y Divertimento a la manera de Mozart, Op. 43 de Blas Emilio Atehortúa.
En vez de estar nerviosa, Osorio comenta que se siente emocionada y agrega que retos como este la ponen a prueba como flautista y le permiten avanzar en su formación musical, la cual inició a los 14 años cuando en la Escuela Normal Superior Antioqueña tocaba la flauta dulce y se inventaba melodías que anhelaba tocar en una sala de conciertos.
Decidida a estudiar música y pese a la oposición de su padre, un ingeniero químico al que no le sonaba del todo la idea de que ella fuera flautista en vez de ingeniera, Osorio ingresó a mediados de los años 90 a la Universidad de Antioquia y se especializó en flauta traversa.
Junto a unos compañeros igual de apasionados por la música primero formó un grupo de bossa nova llamado Ensamble Bossa y luego integró una agrupación de rock, otro de sus géneros predilectos aparte del sinfónico, el jazz y la salsa.
Más adelante pasó a ser parte del grupo coral Tonos Humanos, con el que en 2001 se fue de gira por Francia. Fascinada por la cultura y el idioma de este país decidió quedarse unos cuatro meses, pero su estadía se prolongó por tres años. Allí, además de tomar lecciones de francés, perfeccionó sus conocimientos en flauta con los maestros François Veilhan y Gilles Burgos. Sin embargo tuvo que arreglárselas para poder vivir en la capital francesa, ya que el dinero era más bien escaso y ella no podía quedarse de brazos cruzados.
“En Francia hice de todo. Yo tuve una ayuda del ICETEX que era la Beca Carolina Oramas. Ese fue el arranque, pero me había ido en septiembre y en diciembre pues no tenía nada. Entonces desde que llegué siempre trabajé mucho y no fue fácil vivir en París. Trabajé en restaurantes y hasta cuidé niños. Muy pocas veces pude tocar porque allá es bien complicado, la competencia es muy alta y uno se encuentra grupos increíbles tocando en el metro”, recuerda la flautista.
A pesar de la reñida competencia en la escena musical parisina y de que su extenso horario laboral le impedía disfrutar a plenitud los encantos de la “Ciudad de la luz”, Osorio siguió practicando flauta y gracias a su perseverancia y amor por la música se presentó en importantes certámenes como el Festival Ici et demain de La Sorbonne y el Festival de Música Contemporánea en el teatro L’AREUM, al tiempo que se graduó con honores en la Escuela Nacional de Música, Danza y Arte Dramático Marcel Dupré y en la Escuela Nacional de Música y Danza de Evry.
Deseosa de cualificarse mucho más como flautista y de vivir nuevas experiencias que formaran su carácter, Osorio viajó a los Estados Unidos para estudiar una maestría en el Carnegie Mellon University School of Music. Mientras cursaba sus estudios en tan importante institución universitaria, fue flautista principal en Carnegie Mellon Philharmonic y en Carnegie Mellon University Contemporary Ensemble, agrupaciones con las que se presentó en las ciudades de Pittsburgh y Nueva York.
Luego de deleitar al público estadounidense con la elegancia de su interpretación y de formar una sólida trayectoria artística, Osorio decide regresar a la ciudad que la vio nacer para replicar todo lo aprendido en el extranjero. Profesora en EAFIT y la Universidad de Antioquia, a sus alumnos quiere transmitirles la disciplina y la pasión con que se hizo a un lugar en la escena sinfónica.
Además de su labor como docente, es jefe de flautas en la Orquesta Filarmónica de Medellín y organiza diferentes certámenes que le rinden tributo a la flauta y a sus más destacados intérpretes, como el Concurso Universitario de Flauta de Bogotá, el Seminario «Medellín entre la flauta» y el ciclo de recitales temáticos La flauta extravagante.
“Medellín tiene un imán porque uno siempre quiere volver, especialmente porque hay mucho por hacer y uno está muy motivado por todo eso. Pude haber intentado quedarme, hacer audiciones y trabajar allá, pero a mí siempre me jaló Colombia y estoy muy bien donde estoy. Me siento muy feliz y no siento la necesidad de irme allá a buscar algo”, afirma con orgullo y precisa que la única razón por la que se iría otra vez de Colombia sería para hacer un doctorado.
Con una hoja de vida que también incluye reconocimientos como el primer lugar en el Carnegie Mellon University Silberman Chamber Music Competition en 2009 o la mención “Très bien” en el VIII Concours de Jeune flutiste Quinttete Aria de Paris en 2004, a Osorio le halagan los elogios que le hacen por su trabajo, pero para ella lo más importante es la música y expresarse a través de ella.
“Hay que trabajar en la confianza en uno mismo, sin importar quién diga qué, porque es la única manera de hacer la música más sincera. Yo la verdad me enfoco y trato en lo posible de hacer todo con mucho cariño y no espero ninguna distinción”, concluye.