Electrones en un sentido, dinero en el otro

La energía eléctrica tiene la particularidad de fluir a través de circuitos, lazos cerrados que permiten el flujo de la carga eléctrica; cualquier interrupción a lo largo de ese lazo, interrumpe el paso de la corriente y así mismo detiene la transmisión de energía. La operación del sistema eléctrico está supeditada a que toda la cadena de suministro opere de forma adecuada durante cada instante de tiempo.

Así también la operación del sector, ahora no gracias al movimiento de cargas eléctricas sino al movimiento del dinero. El dinero es la contrapartida de la energía. O bien por el fallo de flujo de electrones o bien por el fallo de flujo de dinero el sistema puede colapsar.

Independiente del modelo de operación seleccionado, la transformación, transporte y entrega de energía eléctrica a los usuarios requiere de infraestructura. Infraestructura que conlleva su administración, su mantenimiento y, por la naturaleza de crecimiento poblacional e industrial, su expansión. Expansión, mantenimiento y administración que deben ser remuneradas. La falta de remuneración adecuada en alguno de las actividades requeridas para la operación del sistema irá causando un deterioro paulatino y, en el límite, la interrupción de la operación.

Cuatro retos está enfrentando el sector eléctrico colombiano, in crescendo: 1) La transición, 2) la tarifa, 3) la expansión y 4) la viabilidad financiera. Aunque existe un consenso sobre la importancia de la transición energética, en la actualidad es el menos urgente de los cuatro retos mencionados.

No es posible hablar de transición energética si los usuarios cada vez pueden pagar menos la tarifa asociada. Ahora bien, en parte la tarifa está elevada por la incipiente expansión en el parque de generación, haciendo que la estrechez oferta-demanda sea un elemento aún más importante que atender que la tarifa misma y por supuesto la transición. Una canasta energética limpia y asequible tiene sentido siempre que esta canasta tenga la energía suficiente para atender los requerimientos de los usuarios.

Finalmente, ¿Cómo podremos asegurar una expansión adecuada si los recursos que ya están instalados en el país tienen dificultades para ser remunerados?, la confianza inversionista, ya debilitada, no solo requiere del aseguramiento de elementos para el futuro sino demostraciones claras de que los acuerdos ya pactados se cumplen.

Sin dinero suficiente para la operación hoy, no habrá buen servicio, mucho menos motivación para que las conductas de pago de los usuarios mejoren. Sin liquidez en las empresas de comercialización y distribución se incrementa la posibilidad de impago a todos los elementos de la cadena. Impagos pueden llevar a deterioro de la operación de las empresas, reducción de valor de los activos y, luego de un tiempo, mayores requerimientos de intervención.

En un tiempo, un estado que hoy tiene dificultades para el giro de pago de subsidios, tendría que hacerse cargo de más responsabilidades.

Los asuntos con los que el 2025 amanece para el sector eléctrico son importantes, no ahora porque definan los escenarios futuros sino porque están ya interfiriendo en el día a día: Tarifa de energía alta y volátil, estrechez oferta-demanda, insuficiencia de energía firme para los próximos años, dificultades para negociar contratos de largo plazo con destino a hogares, pequeños comercios y también grandes industrias, riesgo de operación de empresas de distribución, alertas sobre incumplimientos en el pago de subsidios y el «limbo» de la opción tarifaria.

Ahí, el fantasma del racionamiento con dos caras, la eléctrica y la financiera, rondando, a veces desde cerca y a veces desde lejos. Acciones inmediatas son requeridas, algunas de ellas desde hace varios años.

Gracias por leer, feliz año.

Alfredo Trespalacios Carrasquilla

Doctor en Economía, Magíster en Finanzas, Ingeniero Electricista. Consultor y formador en temas de energía, finanzas y riesgos.

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