Elecciones en Colombia: ¿tradición o ignorancia?

“la oligarquía es la concentración del poder total en un pequeño grupo que labora para sus propios intereses, a espaldas del resto de la comunidad”

J.E. GAITAN.


Ad portas de unas nuevas elecciones parlamentarias y presidenciales, el territorio nacional comienza de nuevo a sumirse en una marejada de promesas de cambio, de igualdad, de lucha por los menos favorecidos, de dejar las viejas costumbres y apostarle a lo nuevo, de sonrisas falsas, de tamales, sancochos, refrigerios, bultos de cemento, tejas y publicidad favorable para el candidato que quiere ocupar un puesto público a toda costa. Las ciudades se convierten en plataformas de lanzamiento que funcionan cual tarimas en un concierto, en donde el artista del momento llena y realiza el performance que necesita, para recaudar el dinero deseado (en este caso votos) y da a su público el entretenimiento que paga la boleta.

El 2022 es un año crucial en cuanto a elegir el rumbo que tomará nuestro país durante los próximos 4 años, porque las elecciones que se avecinan pueden, en definitiva, cambiar o hundir más el país según y como los elegidos se desenvuelvan en este tiempo. Para el mes de marzo, Colombia enfrentará los primeros comicios (senado y cámara) y son estos tal vez, los más importantes, por encima de las elecciones presidenciales; sin embargo, esto no es comprendido por todas las personas, ya que se toman dichas elecciones como un juego, pensando que el presidente es el personaje mas importante de la política colombiana. En adición a esto, los candidatos comienzan a desarrollar una serie de estrategias para captar y recoger incautos, personas que tal vez por su falta de interés en el tema, o simplemente por descarte se agregan a sus filas de prospectos votantes. Dichas estrategias van desde comprar el voto, prometer cosas que no se cumplirán, simpatizar desde lo personal, negociar puestos públicos y demás; pero en realidad no son solo los candidatos quienes mueven los intereses a su acomodo.

En Colombia, el narcotráfico y los “combos armados ilegales” siguen siendo factor decisivo en elecciones, pues como ya lo sabemos, son aquellos los que por tanto tiempo han puesto presidentes en nuestro país independiente de su incompetencia o poca intención de voto que hayan generado en el público. A parte de esto, el poco compromiso que hay por parte de la ciudadanía por realizar un voto concienzudo pesa demasiado, ya que se sigue eligiendo a los mismos, no se investiga de fondo a los candidatos, se regala o se vende el voto, se vota por descarte o se vota por quien dijo el “eterno presidente de Colombia” (el matarife). Todos estos factores influyen directamente en la elección de senadores y representantes a la cámara, trayendo consigo la constitución de un congreso mediocre, que vela por intereses propios, privados y de sus “padrinos” quienes ayudaron en sus campañas políticas. “Seis millones y medio de colombianos le dijeron «No» al acuerdo que se trabajó durante casi cuatro años en La Habana. En criterio de la profesora universitaria y periodista Ana Cristina Restrepo, el No mayoritario al acuerdo es el triunfo del miedo”, «el gran elector en Colombia». (Miranda, 2016)

Las maquinarias políticas son sin duda alguna, factores que llevan a que los poderes queden distribuidos de las mismas maneras, esto gracias a que dichas maquinarias tienen músculo financiero suficiente para realizar campañas realmente fuertes que lleven al éxito, sin embargo, muchas de estas se han visto algo debilitadas, gracias a que los votantes se están cansando de lo mismo; buscan algo mas fresco y “no tan repetitivo”. Obviamente todas estas son apuestas arriesgadas, porque los supuestos independientes o candidatos nuevos tienen que seguir obedeciendo a sus bancadas o partidos, cosas que en muchas ocasiones terminan obstruyendo sus propuestas originales, o que los llevan a convertirse en uno mas de los que prometió y no cumplió. De cualquier manera, para muchos colombianos, todavía es difícil apostar a este tipo de candidatos, porque lo tradicional corre por sus venas, porque todo lo que genera cambio incomoda, por una cobardía disimulada o por que simplemente somos el país que aún tiene a “yo soy Betty la fea” y otras producciones de los canales nacionales en el top 10 de NETFLIX. “De acuerdo con los datos publicados por FlixPatrol, la telenovela Yo soy Betty la fea se encuentra en el Top 10 de las series más vistas en Netflix en todo el mundo. Se trata de una producción estrenada en 1999 que ha triunfado también en Estados Unidos, por lo que no es ninguna rareza que se encuentre entre las ficciones favoritas”. (Rueda, 2021)

Esperando entonces que se pueda generar una conciencia política en la ciudadanía, veremos si el 2022 puede ser ese año de cambios para la política, ¿se derrotarán o no todos estos paradigmas o continuaremos, dejando el futuro de nuestro país en manos de aquellos que por casi 200 años no han hecho nada para mejorarlo? Aquí es donde la memoria de un país que carece de ella debe imperar y se debe materializar en las urnas; recordar que hemos sido robados, burlados, masacrados e ignorados por todo este tiempo, tiene que ser factor decisivo para “castigar” a todos aquellos que todavía planean vivir del erario y a nuestras costillas. Si recordar es vivir, entonces recordemos todo el mal que se le ha hecho a una patria que está desangrada gracias a los mismos de siempre.

Juan Sebastián Arango

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