El valor de ser ético

Foto: UTeL.edu.mx

«Un aumento en moralidad es un crecimiento en humanidad”.  Adela Cortina.

Imagine un mundo sin valores. Por más que lo intente es imposible hacerlo. Hasta la Italia de Mussolini y la Alemania nazi fueron regímenes colmados de valores, el problema radicó en que se favorecieron antivalores y se deformaron, exacerbaron o casi suprimieron valores positivos. Este caso ilustra que los valores y los antivalores lo permean todo, lo importante es que se privilegien aquellos que ayuden a acondicionar el mundo para vivir plenamente en él; lógicamente, atendiendo a la realidad.

Si bien los valores no son físicos ni tampoco pueden ser captados por nuestros sentidos, la prueba de que son reales se fundamenta en que es imposible imaginarse un mundo sin ellos.

Sostiene Adela Cortina, filósofa española, que la ética se construye en conjunto con el otro y que el ejemplo de padres y maestros es clave. No obstante, el hecho no es imponer valores sino tener la capacidad de argumentar y ejemplificar por qué es importante tal o cual valor, y por qué es mejor aplicar uno y no otro. Saber el porqué de la escala de valores que uno profesa, permite blindar de la manipulación y de una actuación más emocional y visceral que racional. Aferrarse sin más a un valor, sin tener cómo defenderlo, es caer en el fundamentalismo y el dogmatismo, corrientes que bastante daño han hecho a la humanidad.

Las crisis o pérdida de valores que tantas veces han sido profetizadas, no son más que un cambio en la escala de valoración. No es que estén perdiéndose o desapareciendo los valores, sino que están cambiando aquellos que se consideran más importantes.

“El carácter debe forjarse por la virtud, o sea, por el actuar bien, para así alcanzar la felicidad y plenitud máxima. Uno mismo es el arquitecto de su propia felicidad”.

Carácter, virtud y felicidad

Al nacer, todos los seres humanos vienen con un temperamento determinado, pues es la forma en la que cada individuo se relaciona con su contexto. Los factores externos y las decisiones no influyen en el temperamento, es predeterminado por razones hereditarias o fisiológicas. Sin embargo, lo que sí varía es el carácter.

Señala Cortina, que el carácter lo forjan las decisiones y acontecimientos que marcan la vida. Así las cosas, el carácter debe forjarse por la virtud, o sea, por el actuar bien, para así alcanzar lo que los griegos llamaban Eudaimonía: felicidad y plenitud máxima. No en vano en la Grecia clásica la virtud era conocida como areté, excelencia. En este sentido, se debe tener resiliencia ética para entender que uno mismo es el arquitecto de su propia felicidad.

Ética y discursos de odio

Decía Javier Darío Restrepo, referente en ética periodística, que ser libre no es expresar lo que uno quiere sino lo que se debe. Máxima que puede enlazarse con la frase del abogado mexicano Benito Juárez: “La libertad de uno, termina exactamente donde empieza la libertad del otro”. Así las cosas, la opinión es libre en tanto no viole el derecho ajeno.

Las opiniones deben ser sustentadas con argumentos para que así tengan validez. Cortina resume esta idea así: las personas son respetables, pero sus opiniones no, pues las posiciones deben ganarse el respeto con la fuerza de las razones.

¿Ética ahorra dinero?

En sociedades éticas, donde existe confianza, se evitan muchos inconvenientes, negociaciones, trámites, firmas y seguros, lo que a la larga ahorra dinero y tiempo. Para la teórica de la ética, Adela Cortina, “La ética ahorra mucho dinero, pero, sobre todo, sufrimiento humano”.

En el caso colombiano, el conflicto armado interno fracturó las relaciones de cordialidad y confianza en muchas comunidades, especialmente en aquellas en donde operó más de un actor armado.

Pensar que el vecino me vigila y podría ser un informante para tal o cual grupo, o incluso temerle al paisano de la finca colindante por colaborar con el actor armado causó desconfianza colectiva en muchas regiones. Esto se evidencia en algunos cascos urbanos, pues antes de la violencia las casas con las puertas abiertas de par en par dominaban el paisaje. Después de la etapa de conflicto, ahora sin presencia de grupos armados, las puertas permanecen cerradas como símbolo de quiebre en la confianza.

Cosmética, la ética falaz

Existen valores que está en nuestras manos aplicar y replicar como el caso de los valores morales, por ejemplo, justicia, honestidad, respeto, etc. Se debe ser ético y guardar la coherencia entre lo que se predica y lo que se hace.

Cabe aclarar que la compasión, tan recomendada en la actualidad, no solo es ponerse en los zapatos del otro, sino también servirle como tutor de resiliencia. Esto último se resume en apoyar y proveer respeto y recursos (no necesariamente económicos, también contactos, ánimo, motivación, información, oportunidades), que contribuyan a la capacidad de adaptación del sujeto.

Por citar solo dos casos, muchos que se han llenado la boca hablando de empatía y solidaridad, han hecho rumbas pese a la medida que restringe aglomeraciones de personas o, peor aún, han aplaudido en la noche al personal médico, mientras en el día los discriminan.

Personas así incurren en una falsa ética, en una “cosmética” como la tacha Cortina, en donde hablan mucho para poderse mostrar como “buenos” o virtuosos, pero que, en realidad, hacen poco. Como señala Adela Cortina, “Somos humanos y nada de lo humano nos debe parecer ajeno”.

 

Bibliografía recomendada

Cortina, A. (1998). El mundo de los valores: «ética mínima» y educación, Bogotá, Colombia: Editorial El Búho.

Cortina, A. (1986). Ética mínima, Madrid, España: Editorial Tecnos. Recuperado de https://tallersurzaragoza.files.wordpress.com/2012/11/cortina_adela-etica_minima.pdf

Cortina, A. (2019, julio 15). Versión Completa. ¿Para qué sirve la ética? Adela Cortina, filósofa [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?reload=9&v=HOY0CSVAA4w

Cortina, A. (2018, marzo 13). Aporofobia, el miedo a las personas pobres [Archivo de video]. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=ZODPxP68zT0

Restrepo, J. (2016). El zumbido y el moscardón : consultorio de ética periodística. vol. II, Medellín, Colombia: Tragaluz Editores. Recuperado de https://fundaciongabo.org/es/etica-periodistica/biblioetica/te-regalamos-el-zumbido-y-el-moscardon-volumen-ii

Felipe Osorio Vergara

Periodista en formación de la Universidad de Antioquia enamorado de la historia y empeñado en conocer sobre el imperio del derecho.
Disfruto la investigación tanto como la lectura, aunque es la escritura la que me permite transmitir parte de mi esencia, pues soy un convencido de que cada texto refleja la identidad de su autor.

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