El uribismo acaba de nacer

Considero que ninguna decisión que tomen nuestras instituciones sobre la libertad de Álvaro Uribe Vélez, cambiará la forma tan infructuosa en que algunos sectores de la sociedad vienen ejerciendo y consumiendo la política digital.

Uribe es un hito en la historia política de este país, él logró que los colombianos dejaran atrás, el habitual plano cartesiano político, basado en partidos tradicionales como el liberal y el conservador. El lugar de estos partidos políticos en el plano cartesiano, lo tomó el Uribismo y por la derecha.

El uribismo, como el franquismo en España y el Peronismo en Argentina, es una realidad, y este trance judicial que enfrenta Uribe por primera vez, solo va exacerbar el sentimiento fandom entre el uribismo. Es más, me atrevo a decir, que el Uribismo, literalmente, acaba de nacer. Spoiler: la tía y el primo uribista se radicalizarán.

Siempre he pensado que el uribismo, como un fenómeno político, se consolidó gracias a la interconectividad digital que vivió el país con la llegada del nuevo milenio. El Uribismo, claramente, pudo masificarse gracias al despegue masivo de  herramientas de comunicación y consumo como facebook y WhatsApp, debido a que estas herramientas digitales, son un nicho perfecto para entender la relación entre la asortatividad y la política, un fenómeno digital que ha influido en elecciones presidenciales, referendos y plebiscitos a nivel mundial; sí, me refiero a Trump, Bolsonaro, el Brexit y el plebiscito por la paz en nuestro país.

El uribismo, no solo es una radiografía milenaria sobre como la política necesita vestirse de emociones, indignación y radicalización para poder capturar adeptos, es también el rostro de una barra brava dentro del ecosistema digital, que ha demostrado que el debate político puede ser tan sucio como inútil: el sectarismo, la desacreditación del periodismo y la oposición, la obstrucción política, las fake news, el maniqueísmo acentuado y las falacias argumentativas. Para mí, no hay duda, el uribismo ha fabricado el legado de el ex presidente Álvaro Uribe Vélez, a punta de falacias argumentativas y posverdades digitales.

La última falacia del uribismo, consiste en hacerle creer a la opinión pública y a la tribuna internacional, que la detención de Uribe se debe a un plan orquestado por la izquierda. Una falacia graciosa, especialmente porque todo esto comenzó con un Uribe intocable e impoluto, presentando una demanda en contra de Iván Cepeda.

La verdad, la caída de Uribe frente a la justicia, fue una caída muy light, sobre todo si tenemos en cuenta, la complejidad de los otros procesos que enfrenta por paramilitarismo. Aunque, en efecto, soy partidaria de un Uribe contando secretos y no encarcelado.

Cualquier destino judicial que enfrente Uribe es el comienzo de un uribismo visceral, es la consolidación de un sectarismo político que viene promoviendo al interior del debate, el obstruccionismo y el odio.

Si bien las redes sociales y los ecosistemas digitales, pueden ser una trampa que evocan dictaduras de pensamiento, así como una fábrica de legados políticos, no olvidemos que también son una herramienta y una plataforma, para que medios de comunicación más imparciales sean masivos, y para que los activistas digitales y otros políticos enfrenten las falacias. Todavía hay quienes condenan las redes y la era de la interconectividad, cuando es desde allí en donde posiblemente se esté escribiendo la historia… No olvidemos que, los periódicos tradicionales están ardiendo en llamas.

Ingrid Martinez Reyes

Abogada con especial interés en Derecho Informático. Columnista en constante transformación. Melómana y escritora en tiempos revueltos.

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