En su más reciente columna en El Tiempo, Moisés Naím califica el suicidio como “la pandemia que nos está matando” y cita a la ONG Project Hope (Proyecto Esperanza), al mencionar que en el mundo se suicida una persona cada 40 segundos. Es decir, mientras usted termina de leer esta columna, ya se habrán suicidado varias personas. Además, ojo al dato: según esa ONG, los hombres se suicidan más que las mujeres.
En Itagüí, por supuesto, esa tendencia respecto al sexo salta a la vista. Según cifras oficiales de la Secretaría de Salud del municipio de Itagüí, efectivamente los hombres se han suicidado más que las mujeres durante los últimos años:
Solamente en el 2022, 21 de los 23 suicidios fueron de hombres, aunque según el documento diagnóstico del Plan de Ordenamiento Territorial 2023-2035, las mujeres resultan ser más vulnerables en cuanto a salud mental, lo cual puede ser un detonante suicida. En cuatro de las seis comunas y en el corregimiento (datos hasta el 2021), el riesgo de trastornos de ansiedad es calificado como severo, y esto tiene mayor incidencia en las mujeres; de ahí su vulnerabilidad, como en la mayoría de los demás ítems que pueden ver en los cuadros de abajo. Además, en una de las seis comunas y en el corregimiento, en cuanto al riesgo de ideación suicida, existen “Mayores factores de riesgo suicida”, y en otras dos de las seis comunas, se evidencia un “Valor máximo de ideación suicida”.
¿Por qué los hombres aparentamos ser más fuertes en cuestiones de salud mental, pero, al mismo tiempo, somos quienes engrosamos las cifras de suicidio en el municipio y en el mundo? ¿Qué tanto daño nos puede estar haciendo una sociedad patriarcal y machista, al punto de costarnos la vida? ¿Qué sucede en realidad con la salud mental de los hombres? Ojo ahí.
Moisés Naím también cita cifras de la Organización Mundial de la Salud, agregando que cerca de 1 000 millones de personas en el mundo sufren de depresión, bipolaridad, ansiedad, miedo, aislamiento, demencia, consumo de estupefacientes y alcohol (depresores, muchas veces) y desórdenes alimenticios. Dice también que el 14.3% (unas 8 millones de personas) de las muertes en el mundo son atribuibles a desórdenes mentales, como quizás puede estar sucediendo en Itagüí. Quizás se hayan estado suicidando personas que pudieron salvarse si tan solo hubieran tenido acceso a unos auxilios psicológicos o psiquiátricos adecuados y oportunos.
En la edición dominical del 19 de febrero del 2023 de El Espectador también arrojan un dato abrumador: a corte de 2020, no había ni siquiera un psiquiatra por cada 10 000 habitantes en Colombia. Dos años después, no creo que la realidad haya cambiado mucho. Ese debe ser uno de los retos de la nueva reforma a la salud: más especialistas, además de acercarlos más a la comunidad y al potencial enfermo mental.
Algo tiene que hacer la alcaldía para frenar el aumento de suicidios de itagüiseños, y es que, según cifras oficiales de la alcaldía municipal, el año 2022 registró la tasa de suicidios más alta de los últimos años y de las últimas administraciones:
Además, según El Colombiano, a fecha de corte del 30 de septiembre de 2022, Itagüí contaba con 17 casos de suicidio, siendo así el tercer municipio con más casos de todo Antioquia para esa fecha… y cerró el año con 23 casos.
La educación también puede ser una herramienta fundamental para intentar contener este fenómeno en quienes quieren vivir, pero la deficiente o nula atención de su salud mental no se los permite. Muchos suicidios podrían prevenirse desde la acceso efectivo y oportuno a una oferta educativa y, por extensión, laboral, cuyas ausencias pueden joder mentalmente a un individuo (o agravarlo en ese aspecto).
Digo esto último porque, a juzgar por las estadísticas del municipio, la gran mayoría de los suicidios se dieron en la población que apenas contaba con una básica primaria, una secundaria o una media académica. Quizás, si estas personas, especialmente aquellas cuyos últimos estudios fueron los del colegio, hubieran sentido un acompañamiento posterior del Estado en términos educativos, estas cifras no serían las que fueron.
En Itagüí, fortalecer el programa de becas a los egresados del colegio puede salvar vidas. Por otra parte, aunque las últimas administraciones han estado ofreciendo cursos gratuitos de preSaber 11 y pagos de exámenes de admisión para presentarse a las universidades públicas, el acompañamiento no debe terminar ahí. ¿Si el joven no ingresa a ninguna universidad, qué? Y ¿Si el joven ingresa a una universidad, de qué manera se materializa el acompañamiento del gobierno local? Debe haber un acompañamiento integral, incluso, hasta que egrese de la universidad.
Itagüí puede ser mejor en el acompañamiento a los jóvenes que apenas se van a enfrentar al “mundo real”; eso puede evitar que suspendan su vida sin quererlo, y es que la mayoría de los suicidios de los últimos años se da en jóvenes entre 18 y 29 años:
Que la vida sea un derecho y no un privilegio de quienes pueden contar con acceso a educación, trabajo y atención en salud mental.
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