“El rock no significa vandalismo, así como no todos los colombianos somos delincuentes ni narcotraficantes”.
El rock surgió como una expresión artística, por tanto, crítica, de los asuntos que andan mal en una sociedad. Es una voz de protesta que invita a reconducir el camino.
En Colombia se empezó a escuchar con fuerza entre las décadas de los 80’s y 90’s en su idioma original, inglés; los rockeros querían proyectar una imagen fuera de los estereotipos, una imagen rebelde para mandar un mensaje de que no estaban de acuerdo con muchas cosas que sucedían en el mundo. Así fueron formando sus propios estereotipos: hombres de pelo largo, vestidos de negro, con cadenas; en algunos casos pintando sus rostros y uñas con tonos sombríos. Los jóvenes colombianos que se sintieron atraídos por el rock empezaron a escuchar su música. Era común que los padres que no entendían la letra -y criados en una cultura conservadora- les dijeran a sus hijos que tenían prohibido escuchar esa música, que eso era del demonio. Más lo creían, cuando sus hijos adoptaban la moda de los rockeros, sus nuevos ídolos.
Ese ejemplo sirve para explicar la tendencia al prejuicio y al temor a lo desconocido por parte del ser humano, se tiende a criticar al que en apariencia vemos distinto, al que no comparte nuestros gustos ni ideales, por naturaleza siempre nos gusta rodearnos de la gente que piensa como nosotros; el problema de ello es que cada uno cree que el mundo es como cada uno lo ve… Y no, no hay una única mirada, cuando lo comprendemos, aprendemos a convivir, a pensar en el colectivo.
El pasado fin de semana se realizó en el Parque de Jericó una presentación de dos grupos de rock de Medellín como una muestra de que los sueños se pueden cumplir cuando se cree en ellos, las dos bandas de rock que se presentaron -Nova y Kontraatake- están integradas por jóvenes que empezaron a tocar siendo unos niños. Hoy, fruto de su talento y persistencia, participan de los festivales de rock más importantes a nivel nacional; sus dotes para la música no son lo más importante, la música los ha formado en valores. Lo que desean, es alegrar la vida de sus seguidores con lo que más les gusta hacer.
Su presentación se vio empañada porque al día siguiente varios sitios emblemáticos del parque central del municipio aparecieron con grafitis, una expresión que en Jericó no es común, y que de inmediato causó malestar en la población. Algunos apresurados aseguraron que todo había sido culpa de los jóvenes del concierto de rock y sus organizadores, se leían adjetivos como que esa música sólo traía desadaptados, viciosos y vándalos.
Por fortuna, la respuesta de las autoridades fue rápida para hallar a los responsables de los hechos, ese mismo día, los implicados tuvieron que limpiar los sitios que habían dibujado. En las indagaciones preliminares, la policía pudo constatar que estas personas nada tenían que ver con el concierto.
De estos hechos quedan las siguientes reflexiones, la primera, es la facilidad con la que solemos buscar culpables, pareciera que estamos más pendientes de qué hace mal el otro para dejarlo en evidencia; la segunda, es la facilidad con la que generalizamos con base en las creencias, el rock no significa vandalismo, así como no todos los colombianos somos delincuentes ni narcotraficantes; la tercera, qué bueno que pensáramos más antes de opinar, pero mejor aún, que antes de lanzar críticas tengamos propuestas para lo que no nos gusta, eso sí es verdaderamente edificante.
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