“En el escenario artístico del reguetón, el 2019 sirvió como entreacto entre una era de perreo intenso, de movimientos incitadores y de conexiones, y otra de distanciamiento físico, derivada de la pandemia”
2019 fue un año de esplendor para el reguetón: el tiempo de los himnos resurgidos, del renacimiento de los éxitos de otrora a partir de un gesto de adopción, de contextualización, por un género que vive en la cintura y vibra al compás de la sexualidad vívida y del deseo desenvuelto. Varios de los temas más sonados tuvieron en común que su ritmo se inspiró en otros que habían sonado en la radio veintitantos años atrás, en la década de los noventa, cuando otra generación —hoy ya entregada más al mundo laboral que al baile— gozaba la flor de su juventud.
El homenaje a la era musical noventera se inauguró en enero de 2019 con el éxito «Con calma» de Daddy Yankee, una adaptación en español —la lengua del perreo— de «Informer» de Snow. La canción, que acabó teniendo el video más visto en YouTube durante ese año, contó, además, con la participación del mismo Snow, que logró conectar dos generaciones musicales: la del reggae y la del reggaetón —este último término, por cierto, acuñado por Daddy Yankee en 1992, el mismo año en que «Informer» sonaba en las discotecas—.
Algo similar ocurrió con «China», tema de Anuel AA en el que colaboraron los grandes intérpretes de reguetón del momento: Daddy Yankee, Karol G, Ozuna y J Balvin. El ritmo que da origen a «China» viene de «It wasn’t me» (2000) del cantante de reggae Shaggy, y si bien ambas letras cuentan la historia de un engaño, lo hacen desde perspectivas distintas: en tanto que el yo de este intenta negar haber sido él quien fue sorprendido en el acto («I told her it wasn’t me»), el de aquel utiliza los versos como confesión: «Dios mío, perdóname, no sé por qué yo le fallé. / Yo estaba en la disco perreando y con ella me enredé».
La tradición emuladora siguió con «RITMO (Bad Boys For Life)», de Black Eyed Peas y J Balvin, inspirada en «The rhythm of the night» (1993) de Corona, y alcanzó los primeros meses del 2020 con «Muévelo» de Daddy Yankee y Nicky Jam y «Me gusta» de Shakira y Annuel A, inspirados en «Here comes the hotstepper» (1994) de Ini Kamoze y «A lalala long» (1992) de Bob Marley, respectivamente.
En el escenario artístico del reguetón, el 2019 sirvió como entreacto entre una era de perreo intenso, de movimientos incitadores y de conexiones, y otra de distanciamiento físico, derivada de la pandemia. Tal vez sin cogitarlo, el reguetón se propuso bombardear el mundo con su ritmo desenfrenado y, así, ser el numen que inspiraría el recuerdo de aquel tiempo pasado, a la vez que cantaba temas de otros años en que la música sonaba distinto. Con éxito absoluto, el reguetón se las ingenió para vivir en una época en que ni siquiera se había consumado, para fundirse con ella: para ser un solo himno imperecedero que, como en la lírica tradicional, se reinventaría en el folklore a través del tiempo.
Al encuentro con el ayer se sumó la capacidad visionaria del reguetón de 2019, que en muchas formas —a lo mejor involuntarias— logró anticipar lo distinto que sería el 2020. Es como si el género hubiera resuelto quemar sus mejores cartuchos; como si se hubiera deseado hacer el mejor reguetón de los últimos años, no solo para cerrar áureamente una década, sino para disfrutar al máximo del cuerpo palpitante que, al cabo de unos meses, permanecería enclaustrado, intentando aplacar su propio deseo.
Interesante es notar que en el video de «Con calma» se asome la virtualidad, cuando Daddy Yankee es sustituido por su emoji en el baile grupal, en tanto que el humano aparece solo en imágenes de una pantalla. El baile se activa a través de un botón que oprime el Daddy Yankee virtual, quien asimismo se teletransporta al video, para unirse a los demás bailarines. Snow se ve, también, a través de una pantalla, inicialmente en blanco y negro, y luego, ya en color, se une al Daddy Yankee virtual en el ritmo en que la canción original se reinventa. En todo esto, la pantalla, como elemento arquetípico de las redes electrónicas, a través de las que se tejen hoy las relaciones humanas, intenta elucidar el poder del acercamiento no físico pero no por ello inexistente, que también es tópico de otros videos musicales como el de «Instagram» de Natti Natasha.
También es curioso que «China» lleve en su título el nombre del país en que se originó el virus que dio lugar a la pandemia, máxime cuando ninguna parte del video ni de la canción guarda un asomo de relación con él: es casi como si el nombre, elegido arbitrariamente, hubiera calzado en una canción tan exitosa entre quienes se la habían pasado «en la disco perreando» y hoy permanecían aislados en sus hogares. Ocurre lo propio con otros casos en que casualmente el reguetón retrató el uso de tapabocas —hoy obligatorio y generalizado—, en videos de canciones como «Qué pretendes», en donde Bad Bunny lo usa mientras canta con J Balvin, o en «Que tire pa’ ‘lante» de Daddy Yankee, cuando, al inicio del video, recalan él y sus bailarinas en lo que parece ser un pequeño pueblo.
El encomio de la expresión de emociones, el distanciamiento del lenguaje decoroso y el intento proficuo de exaltar la simplicidad a través de un canto que se vale de la jerga común y de la representación de la mujer a partir de la autonomía sobre su propio cuerpo son características del reguetón del 2019, el año en que el género entonó sobre sus orígenes, sobre las formas de encuentro de los amantes e incluso sobre el momento cercano; el año del reguetón omnímodo, que vivió simultáneamente en el pasado, el presente y el futuro.
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